lunes, 6 de mayo de 2013

Participación Política y Paz

Foro para la Participación Política
Bogotá, abril 28 al 30 de 2013
Por: Fabián León

Con la participación de 154 partidos políticos, 166 movimientos sociales, 143 organizaciones campesinas, 139 organizaciones de mujeres, así como organizaciones indígenas y afrodescendientes[1], se desarrolló el Foro de participación política, en el marco de los diálogos de paz entre el gobierno colombiano y las FARC-EP. Dicho evento nos permite abordar algunas reflexiones sobre el quehacer político que tenemos como sociedad civil activa, y el rol central que el concepto “participación” representa en el accionar político.

Sin duda, la construcción de la paz no se reduce a los diálogos de La Habana. Ella necesita de una transformación estructural de nuestra sociedad, y al igual que las revoluciones, no puede ser decretada. Sin embargo, construirla sí implica el dialogo, he allí la importancia de lo que acontece en Cuba y del Foro de participación política que lugar en Bogotá del 26 al 30 de abril del año en curso.

Ahora bien, la participación es un concepto que no puede estar supeditado al simple hecho de emitir un voto o una opinión, la participación lleva en su esencia a la praxis como agente motor. Existen cuatro condiciones para la participación identificadas por Orlando Fals Borda, y las cuales creemos son fundamentales para entenderla: a) Se necesita estar informado; b)sólo puede ser efectiva conun grado mínimo de organización; c) Se requiere formar parte y tomar parte en algo; y d) sólo cobra relevancia cuando se trata de influir o tomar parte en las decisiones[2].

Estas cuatro columnas participativas hacen posible una democracia que supere la formalidad y se constituya en radical; Es decir, que se sustente sobre bases solidas de nuestra historia y pensamiento, y que plantee alternativas transformadoras frente a la realidad. A partir de las condiciones para la participación planteadas por Fals Borda, abordemos los tres subtemas que se desarrollaron durante el foro, los cuales buscan contribuir con los subtemas, del punto segundo, planteados en el acuerdo de La Habana del 27 de Agosto de 2012[3]:

1. Derechos y garantías para el ejercicio de la oposición política en general.
2. Mecanismos democráticos de participación ciudadana, incluidos los de participación directa, en los diferentes niveles y diversos temas.
3. Medidas efectivas para promover una mayor participación en la política nacional, regional y local de todos los sectores.[4]

En cuanto al primer subtema, cabe reflexionar sobre dos aspectos: En primer lugar, el acceso a los medios de comunicación, el cual es indispensable para cumplir con la necesidad de una información diversa, de calidad y construida desde una ética muy arraigada de los periodistas, los cuales ya no respondan a interés privados estrictamente.  De esta discusión,podemos concluir la necesidad de un tercer canal, que permita ver el contraste de ideas y que fortalezca la televisión pública, combatiendo así el principal dilema de la televisión privada: “Un derecho proveído por agentes con animo de lucro”.

En segundo lugar, vemos como las garantías para ejercer la oposición, juegan un papel central, y si tenemos en cuenta que las FARC participarán  en la política si se consolida el proceso de paz, el hacer política debe convertirse en un valor insoslayable de nuestra cultura nacional. Atrocidades como la desaparición de la UP, la persecución a la izquierda, las masacres contra campesinos e indígenas y el surgimiento del paramilitarismo, deben ser superadas y constituidas como elementos repudiables de nuestra historia que no deben ocurrir nunca más.

Del segundo subtema, podemos concluir que: En primer lugar, La participación política debe construirse sobre un sistema en donde los partidos políticos no sean los únicos protagonistas, sino que las expresiones de organización popular, barrial, veredal, indígenas, estudiantiles, de mujeres, etc.. puedan hacer la política, sin estar sometidas a maquinarias políticas clientelistas y excluyentes. Aspectos como el umbral mínimo, topes de gasto de campaña, un sistema electoral electrónico auditado y el estimulo del debate como motor de la política, deben ser considerados.

Por otra parte, la profundización de la democracia debe estar en el eje central de la discusión. Esta no debe reducirse al aspecto político, sino que debe ser promulgada en la economía y en lo social. La participaciónde la ciudadanía debe alcanzar las decisiones del Estado, reflejada en una posibilidad clara de influencia sobre las mismas, estimulando presupuestos participativos y una autonomía regional basada en la solidaridad entre regiones, más no en chovinismos de las élites locales.

Finalmente, en cuanto al subtema tercero, sería pertinente constituir y fortalecer órganos comunitarios de decisión en temas que traten aspectos como la producción, la asignación de recursos e incluso la justicia. Un objetivo de la participación política debe ser el fortalecimiento del poder popular como columna vertebral de la soberanía, planteando dicho poder en términos de progresividad. Recordemos que si las comunidades y las organizaciones políticas forman y toman parte en las discusiones centrales del país, y si además cobra relevancia su influencia en dichos procesos, construiremos la paz, la cual desborda los limites de los acuerdos de La Habana.

En este orden de ideas, es insoslayable la consolidación de una educación pública y de calidad en todos los niveles, fundamentada en la construcción de sujetos políticos participativos y críticos, capases estos de construir una profunda transformación de nuestra cultura política,sin olvidar que nuestra sociedad misma,debe ser una escuela de valores, tales como la solidaridad, el altruismo, el sentido de lucha y el pensamiento crítico.

Vemos pues, como al posicionar la política como valor de nuestra cultura y elementocohesionador de la misma, podremos hablar de verdadera Paz (sustentada en la justicia social). Ahora bien, la Paz no debe ser sinónimo de sumisión y sometimiento al régimen político actual, fundamentado en el capitalismo como modelo económico, sustancialmente violento y excluyente. Por el contrario, nuestro deber es construir una patria diferente, recordando que, nuestros referentes deben ser siempre los valores fundamentes de pueblos ancestrales y afrodescendientes, de campesinos, de obreros, estudiantes y mujeres, es decir valores populares, teniendo de presente el pensamiento raizal nuestro americano.

La izquierda unida está llamada a proponer alternativas y mundos posibles. Sin embargo aquello sólo será posible, si retomamos la enseñanza del grancolombiano Simón Rodríguez: “estamos obligados a inventar y reinventarnos, para no errar”[5].

Tomado de Boletín virtual Nro 15 - 2013 - Unidad Democrática


[2]Orlando Fals Borda. 1983“La Investigación: Obra de los Trabajadores. Tomado de APORTES Nº 20 Investigación acción participativa. Bogotá, Dimensión Educativa.
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1 comentario:

  1. Todos esos temas han sido objeto de presentación, debate y posibles soluciones de tiempo atrás; la denominada izquierda siempre afirma tener la razón y trata de monopolizar los movimientos políticos, sociales y culturales; un ejemplo de ello fue lo sucedido con la ANUC en los años 1971 en adelante; las sectas dogmáticas de la izquierda la penetraron, la dividieron y la liquidaron; el mayor movimiento de masas campesinas de Colombia, en toda su historia, lo fue la ANUC y hoy ni siquiera el recuerdo existe.
    Mientras haya dogmatismo, sectarismo y ambiciones partidistas y grupales, todo seguirá igual o peor.
    Lo importante es avanzar en la formación de organización real: estructuras colectivas de carácter productivo en una economía de tipo solidario y al margen del Estado. En esa forma se impedirá la sectorización social e individual y se logrará, en forma solidaria, hacer frente a las dificultades y a los enemigos del mejoramiento social de las amplias masas del pueblo. En el campo agrario, la parcelación y adjudicación de tierras en forma individual o familiar, termina en la concentración de la tierra en pocas manos como sucedió con la reforma agraria de 1936 cuando a mediados de ese siglo la Caja Agraria prestó para la adquisición de tierras y posteriormente las parcelas fueron concentrándose en pocas manos y a dar lugar al mismo problema que enfrentamos de tiempo atrás.
    La colectivización voluntaria del campesinado a fin de explotar la tierra posibilita no solo su defensa sino el desarrollo de una economía de autosuficiente y de perspectiva de mercado tanto local como regional y nacional.

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