Julio E. Higuera
Profesional
en Estudios Políticos
Y Resolución
de Conflictos
Ante las pretensiones del Centro
Democrático de alcanzar el poder en el 2018, con el solo propósito de ¨hacer
trizas los Acuerdos de Paz¨, alcanzados con la guerrilla de las Farc; el
reciente fallo de la Corte Constitucional, que vulnera la Seguridad Jurídica
del Acuerdo Final, colocando en riesgo la materialización de un proceso en su
fase más importante de implementación como es la dejación de armas por parte de
esa organización guerrillera, hasta llevarlo a un punto de no retorno; la
perdida de interés en la agenda de los colombianos por los temas de paz, según la
reciente encuesta de Invamer; traza el camino que le queda a las fuerzas que
hacen parte de la coalición por la paz y
que es uno solo, ¨Ponerse de Acuerdo ¨, para llevar este proceso a buen término.
La pasada convención del Centro Democrático, en la que el Expresidente
y Senador Álvaro Uribe Vélez, por ser un movimiento político
autocrático donde la toma de decisiones está en sus manos, definió las líneas de acción de ese partido de
extrema derecha, en la que buscaran una coalición con aquellos sectores que se
han opuesto al proceso de implementación de los acuerdos, como Andrés Pastrana,
Martha Lucia Ramírez y Alejandro Ordoñez, militares en retiro entre otros; con quienes
coinciden en la necesidad de revisar los acuerdos firmados con las Farc.
En
los sectores políticos comprometidos con la implementación de los acuerdos de
paz, ha faltado mayor voluntad y compromiso político para aunar esfuerzos en la
búsqueda de coincidencias, superando las diferencias, que les permita construir
un acuerdo de unidad para presentar un candidato presidencial que exprese la
voluntad ciudadana por la reconciliación, la paz definitiva, de lucha contra la
corrupción y por una política de equidad y bienestar social en nuestro país, y así evitar que la amenaza de la “extrema derecha” den al
traste con los logros alcanzados en el Acuerdo final de Paz, conduciéndonos,
nuevamente, por el camino de los odios y la confrontación armada.
El momento exige que tanto los
dirigentes de los partidos políticos, así como los precandidatos conocidos
hasta el momento, dejen de lado las pasiones y prevenciones en torno al
propósito de una coalición por la paz, los egos que no les permite aceptar que
en una democracia toda aspiración es
legítima y debe ser aceptada sin entrar a descalificarla; entendiendo que para
alcanzar un acuerdo político se debe estar dispuesto a ser generoso, deponer las
aspiraciones individuales en aras de blindar un proceso de paz que le ha traído
grandes beneficios y tranquilidad a nuestro país, especialmente a los
pobladores de las regiones en las que se sintió con mayor rigor el conflicto armado.
Lo ideal sería
que las diferentes colectividades políticas, las organizaciones sociales, el
sindicalismo, el sector empresarial, la intelectualidad, el sector de la cultural,
los jóvenes, los campesinos, afrodescendientes, comunidad LGTBI, en fin la
Colombia que clama y apoya la paz, entienda y tome como base de un acuerdo
político, dirigido a alcanzar una amplia representación en el Congreso de la
Republica, presentar
un candidato único a la Presidencia y Vicepresidencia de la Republica; establecer
una agenda política, en esta fase del postconflicto, para la continuación en la
implementación de los acuerdos para la terminación del conflicto armado, la
construcción de la paz y la reconciliación; de atención a las demandas sociales
de la población, basados en el principio de transparencia y de rechazo a las prácticas
corruptas; de respeto a la protesta ciudadana pacifica y a los Derechos
Humanos; sin que ello implique respaldar incondicionalmente o perder la
independencia para oponerse a las políticas del gobierno que no expresen las
aspiraciones ciudadanas de bienestar, equidad social, y que afectan la calidad
de vida y los derechos de la población más vulnerable.