jueves, 22 de septiembre de 2016

La Campaña contra el Si al Plebiscito, NO debe basarse en mentiras



Julio E. Higuera
Politólogo

Que Timochenko va a ser el próximo Presidente de Colombia, que le van a reducir las mesadas a los pensionados para subsidiar los sueldos de los desmovilizados de las Farc, que Colombia va hacia un modelo Castro-Chavista, en la que el Gobierno está negociando el modelo de Estado, planeando abolir la propiedad privada; son parte de la cantidad inverosímil de calumnias, desinformación, mentiras y propaganda negra, con que los enemigos del proceso de paz, impulsan la campaña del NO a la refrendación de los acuerdos. 

Es tal la obsesión de los partidarios del NO, que se convierten en mentirosos compulsivos, con el solo propósito de ganar adeptos a su movimiento. 

Bienvenidas las críticas a los Acuerdo de la Habana, o a oponerse a la Refrendación ciudadana con el SI a los acuerdos; pero siempre y cuando los argumentos que sean expuestos correspondan a la verdad, como resultado de un análisis juicioso y responsable del documento que contiene el Acuerdo Final.

Lo que el país no puede aceptar, es que los mitómanos* del NO, sigan conduciendo a una parte de la población por el camino del temor con descabellados argumentos, sin querer entender que después de 60 años de una guerra que deja más de 6 millones de víctimas, entre muertos, heridos, mutilados, desaparecidos y desplazados, hoy tenemos la gran oportunidad irrepetible de cerrar un largo capítulo de violencia que nos ha marcado durante muchas décadas.

Los colombianos no podemos seguir acostumbrándonos al conflicto; en que nos parece mejor la certidumbre de la guerra, con los muertos que colocarán seguramente otros compatriotas, especialmente en las regiones más apartadas, pobres y campesinas del país, alimentando los odios contra quienes consideran sus enemigos; que afrontar la incertidumbre de la paz, en la búsqueda de la reconciliación nacional. 

Contrario a lo que opinan los contradictores de los acuerdos con la Farc; el plebiscito es un mecanismo mediante el cual los colombianos, votando por el SI, manifestaremos el rechazo a la utilización de las armas, como instrumento político, enviándole un mensaje claro y tajante a las organizaciones guerrilleras, que persisten en la lucha armada, para que abandonen esa práctica, liberen a los secuestrados y tomen el camino del dialogo para poner fin a sus acciones criminales.

Los colombianos debemos ser conscientes que poner fin al conflicto con las Farc, es una paz relativa, pues no puede haber paz definitiva mientras persistan otros actores de la violencia; pero por tratarse de un acuerdo con la organización guerrillera más antigua y con mayor trayectoria y capacidad bélica para hacer daño en el país, es el avance más importante, durante los últimos 40 años, en la búsqueda de la paz y la reconciliación.

La decisión que ahora se nos viene, con nuestra participación en el plebiscito, exigirá que actuemos con responsabilidad y sensatez, informándonos bien, antes de tomar una decisión definitiva, que seamos capaces de estar a la altura del momento, pues en ultimas estamos definiendo el futuro de nuestro país y de las nuevas generaciones de colombianos durante el presente siglo, como es dejar una Colombia en paz y reconciliada.


* Para los psiquiatras la Mitomanía, es un término aplicado para nombrar el comportamiento de los mentirosos compulsivos o habituales.

jueves, 1 de septiembre de 2016

Votemos Si a la paz, por Quienes han Sufrido el Dolor de la Guerra



Julio E. Higuera

Que sentirán, las pobladores que residen sobre las riveras del ancho rio Caguan en el Caquetá, campesinos de municipios, veredas y corregimientos de los Llanos Orientales, del Uraba Antioqueño, la Amazonia y cientos de regiones más de nuestro país, los indígenas del Cauca, Afrocolombianos de la costa del pacifico; quienes han sufrido el dolor de la guerra y del desplazamiento forzoso; los niños, niñas y jóvenes asentados en esas zonas, que desde una condición de alta vulnerabilidad, enfrentaron situaciones de violencia y desarraigo que lesionaron sus derechos, oscureciendo su presente y haciendo más incierto su futuro, por un conflicto armado interno en el que han vivido por más de 52 años y del cual son víctimas inocentes; al escuchar las voces de quienes se oponen a la firma del acuerdo final que le ponga fin a tantos años de violencia, desesperanza y dolor.

Solo quienes han sido víctimas directas de esta guerra cruel, tienen la autoridad, ante el país, de decidir entre la refrendación de los acuerdos de la Habana o la continuidad de la guerra, en la que ellos seguirán siendo las principales víctimas inocentes. Quienes habitan en las grandes ciudades, en la comodidad de sus hogares, sin sufrir directamente y desconociendo las verdaderas consecuencias  y horrores de la guerra, no alcanzan a dimensionar y entender el verdadero significado y alcance del fin de las hostilidades con la Farc, en el camino de la construcción de una nación tolerante y reconciliada. Enceguecidas por el odio toman la decisión de apoyar el NO, sin recapacitar sobre la importancia de alcanzar  la paz como propósito nacional, que genere lazos de solidaridad para con aquellos compatriotas que son las verdaderas víctimas inocentes de cualquier confrontación entre actores armados.

Los colombianos debemos contagiarnos del apoyo al SI en el plebiscito,  en la búsqueda de la paz definitiva, que nos conduzca a construir una cultura ciudadana para la convivencia, reconciliación, la tolerancia, que garantice la indemnización a las víctimas y sus familiares, la devolución de las tierras a los campesinos expropiados y desplazados, y a la implementación de programas de desarrollo social en aquellas zonas afectadas por la violencia; dejando atrás las secuelas de la guerra, abriendo el camino hacia un país sin violencia y con desarrollo social. Es la oportunidad para que nuestros gobernantes en el orden nacional, regional y local, dediquen sus esfuerzos y presupuestos, en la etapa de postconflicto, al desarrollo de programas de inversión social, que aporten al mejoramiento de las condiciones y calidad de vida de la población más pobre y vulnerable, propiciando espacios de participación ciudadana y de gobernabilidad democrática.

La búsqueda de la paz y la reconciliación ha sido el propósito de millones de colombianos, que hemos soñado con este momento histórico, para entregarle a las nuevas generaciones un país diferente, en el que los gobernantes dediquen todos sus esfuerzos en la tareas que nos dejara el Postconflicto, especialmente en atención a las víctimas y a las regiones que fueron azotadas por décadas por la guerra y sometidas al abandono estatal.