jueves, 1 de septiembre de 2016

Votemos Si a la paz, por Quienes han Sufrido el Dolor de la Guerra



Julio E. Higuera

Que sentirán, las pobladores que residen sobre las riveras del ancho rio Caguan en el Caquetá, campesinos de municipios, veredas y corregimientos de los Llanos Orientales, del Uraba Antioqueño, la Amazonia y cientos de regiones más de nuestro país, los indígenas del Cauca, Afrocolombianos de la costa del pacifico; quienes han sufrido el dolor de la guerra y del desplazamiento forzoso; los niños, niñas y jóvenes asentados en esas zonas, que desde una condición de alta vulnerabilidad, enfrentaron situaciones de violencia y desarraigo que lesionaron sus derechos, oscureciendo su presente y haciendo más incierto su futuro, por un conflicto armado interno en el que han vivido por más de 52 años y del cual son víctimas inocentes; al escuchar las voces de quienes se oponen a la firma del acuerdo final que le ponga fin a tantos años de violencia, desesperanza y dolor.

Solo quienes han sido víctimas directas de esta guerra cruel, tienen la autoridad, ante el país, de decidir entre la refrendación de los acuerdos de la Habana o la continuidad de la guerra, en la que ellos seguirán siendo las principales víctimas inocentes. Quienes habitan en las grandes ciudades, en la comodidad de sus hogares, sin sufrir directamente y desconociendo las verdaderas consecuencias  y horrores de la guerra, no alcanzan a dimensionar y entender el verdadero significado y alcance del fin de las hostilidades con la Farc, en el camino de la construcción de una nación tolerante y reconciliada. Enceguecidas por el odio toman la decisión de apoyar el NO, sin recapacitar sobre la importancia de alcanzar  la paz como propósito nacional, que genere lazos de solidaridad para con aquellos compatriotas que son las verdaderas víctimas inocentes de cualquier confrontación entre actores armados.

Los colombianos debemos contagiarnos del apoyo al SI en el plebiscito,  en la búsqueda de la paz definitiva, que nos conduzca a construir una cultura ciudadana para la convivencia, reconciliación, la tolerancia, que garantice la indemnización a las víctimas y sus familiares, la devolución de las tierras a los campesinos expropiados y desplazados, y a la implementación de programas de desarrollo social en aquellas zonas afectadas por la violencia; dejando atrás las secuelas de la guerra, abriendo el camino hacia un país sin violencia y con desarrollo social. Es la oportunidad para que nuestros gobernantes en el orden nacional, regional y local, dediquen sus esfuerzos y presupuestos, en la etapa de postconflicto, al desarrollo de programas de inversión social, que aporten al mejoramiento de las condiciones y calidad de vida de la población más pobre y vulnerable, propiciando espacios de participación ciudadana y de gobernabilidad democrática.

La búsqueda de la paz y la reconciliación ha sido el propósito de millones de colombianos, que hemos soñado con este momento histórico, para entregarle a las nuevas generaciones un país diferente, en el que los gobernantes dediquen todos sus esfuerzos en la tareas que nos dejara el Postconflicto, especialmente en atención a las víctimas y a las regiones que fueron azotadas por décadas por la guerra y sometidas al abandono estatal.

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