sábado, 31 de mayo de 2014

ETICA DE LA RESPONSABILIDAD

Mauricio García Villegas*
Tomado del Espectador
Mayo 30 de 2014

En una entrevista publicada en este diario, el senador Jorge Robledo reitera su idea de que Santos, Zuluaga y Uribe son la misma vaina, e insinúa que, por coherencia ideológica y en defensa de sus principios, no votará por ninguno de ellos.

En un país en donde la clase política no es fiel a nada, ni a nadie, las ideas de Robledo suenan bien, más aún viniendo de un senador comprometido y juicioso como es él. Pero a mí no me convencen. Robledo puede, por supuesto, votar en blanco. Lo que no creo que pueda es decir que lo hace por coherencia y rectitud ética. Me explico.

Según Robledo, un político recto es aquel que tiene claro cuáles son sus principios y que no negocia con ellos. Pero esta actitud tiene al menos dos problemas. En primer lugar, los fines políticos (justicia, libertad, desarrollo, igualdad, etc.) pueden ser claros en la letra (uno a uno), pero son difíciles de conciliar en la práctica. El desarrollo económico y la protección del medio ambiente, por ejemplo, son importantes en una sociedad. Pero no se puede lograr todo lo que se quiere de cada uno. Hay que elegir el mayor grado posible de desarrollo, compatible con el mayor grado posible de protección al medio ambiente. Esos grados son discutibles y uno debe negociar entre ellos.

El segundo problema es que la relación entre los medios y los fines políticos tampoco es clara, como bien lo explicó Max Weber en un texto célebre sobre la ética de la convicción de los santos y la ética de la responsabilidad de los políticos. Ni siquiera los santos pueden evitar el hecho de tener que optar, a veces, por ciertos medios indeseables para lograr fines valiosos (la mentira piadosa, por ejemplo). En el caso de los políticos, esto es aún más forzoso. Un político responsable puede verse abocado a ceder parte de sus principios o incluso a negociar con sus enemigos políticos con tal de evitar males mayores. Eso fue lo que hizo Mandela en Sudáfrica para acabar con el apartheid. Otra cosa es negociar para obtener fines personales. La ética de la responsabilidad nos exige afrontar las consecuencias de nuestros actos sin liberarnos de la exigencia que tenemos de justificar los medios que utilizamos.

Robledo nunca negocia, ni siquiera cuando de ello depende que gente humilde mejore las condiciones en las que vive. No lo hizo para defender el programa de restitución de tierras y no lo hace ahora, cuando su voto ayudaría a que la paz se consiga. Y siempre invoca la pulcritud moral de sus actos. Es cierto que hay ocasiones en las que hay que defender principios a toda costa, como ocurre cuando alguien se niega a torturar a un delincuente para obtener información que conduzca a la captura de sus cómplices. Pero este no es el caso de Robledo. Primero, porque apoyar a Santos no es un delito, y segundo, porque ese apoyo está encaminado a lograr la paz, que es un bien inmenso para este país. Un santo puede, en su lógica religiosa, ser fiel a sus principios, así ello implique que el mundo se derrumbe. Un político responsable, en cambio, no puede hacer eso y luego decir: “de malas, es culpa de este país, no mía”.

Un político responsable de izquierda (no sólo de izquierda) diría, creo yo, lo siguiente: prefiero pagar el costo de tener que apoyar a un presidente con el que tengo muchas diferencias, que afrontar las consecuencias (éticas) de contribuir a frustrar un proceso de paz que durante años, quizás décadas, cargará con miles de muertos. Por eso, voto por él, para que logre la paz, lo cual no me impedirá hacerle oposición en todo lo demás.




* Columnista del periódico EL Espectador - Doctor en Ciencia Política de la Universidad Católica de Lovaina la Nueva en Bélgica con estudios posdoctorales en la Universidad de Wisconsin-Madison (Estados Unidos); abogado especializado en el estudio y la enseñanza de Teoría Legal, Sociología del Derecho, y Derecho Constitucional en universidades
colombianas e internacionales. 

viernes, 30 de mayo de 2014

LA PAZ: UN PROPOSITO NACIONAL MAS ALLA DE LAS IDEOLOGIAS


Julio E. Higuera*

Los resultados de la primera vuelta para la Presidencia de la República, que dejo como ganador a Alvaro Uribe, quien esta aspirando a la Presidencia en cuerpo ajeno – Oscar Iván Zuluaga-, tendrá que enfrentarse al Presidente Candidato Juan Manuel Santos en una segunda vuelta y naturalmente definir el rumbo que tomara el país en los próximos cuatro años; si continuamos por el camino de alcanzar la paz y la reconciliación nacional o retrocedemos a los tiempos de guerra, violación de los derechos humanos, chuzadas, falsos positivos y recorte de los derechos ciudadanos.

El debate en la izquierda giro en torno a la posición que debían fijar para la segunda vuelta presidencial. Pese a que la gran mayoría de los sectores de la izquierda coinciden en que las diferencias políticas entre Santos y Zuluaga son limitadas, en materia de política económica y social, se puede afirmar que la actuación del gobierno actual, en temas como el respeto a los derechos humanos y de libertades democráticas, se logro un avance importante en comparación con el gobierno anterior, basta con recordar, entre otros, el pésimo panorama de los derechos humanos bajo los ocho años de poder de Uribe y el espionaje y señalamientos sistemáticos a los opositores de tener relaciones con la insurgencia y de la penetración de la criminalidad paramilitar dentro del Estado colombiano.

El común denominador de todas estas fuerzas es su apoyo y defensa de los diálogos de paz que se vienen desarrollando en la Habana entre las guerrillas de las Farc y el Gobierno Nacional, los cuales están seriamente amenazados por el Candidato del Centro Democrático, quien ha manifestado, irresponsablemente, la suspensión de los mismos hasta que las Farc se someta a unas condiciones inamovibles que les impondría, si llega a la Casa de Nariño. 

Más allá de los debates ideológicos, nutridos de radicalismo, se debe valorar los avances en materia de diálogo y negociación para poner fin a este conflicto de más de 50 años, blindándolo contra las pretensiones llenas de odios y venganza, por situaciones personales sufridas en el pasado, en las que quieren involucrar, Uribe, al conjunto de la sociedad. 

El eufemismo del senador Jorge Robledo de que Santos y Uribe son exactamente lo mismo, subestimando la importancia que tiene para el país el final del conflicto armado, argumentando un supuesto purismo ideológico, dando a entender que un militante de izquierda no podría votar por Santos en la segunda vuelta, que si el Polo llama a votar por Santos significaría que el partido ya no podría estar en la oposición en un eventual segundo mandato; no son más que dogmas ideológicos, alejados de la realidad y olvidando la historia electoral de la izquierda, en el pasado, incluyendo al Moir, en las que se construían acuerdos con sectores de los partidos tradicionales para la Presidencia, Congreso de la República o Corporaciones Públicas regionales y municipales, solo con el propósito de alcanzar escaños en esos espacios de elección popular, dejando de lado las diferencias ideológicas y trabajando por un bien común.

La responsabilidad es con el conjunto de la sociedad, más allá del interés partidista, y en la coyuntura actual debe girar en torno a la defensa de la paz como un propósito nacional que supere cualquier interés particular o grupista.

Votar por Santos, no significa renunciar a los idearios de izquierda, todo lo contrario, es crear las condiciones para que estos idearios puedan seguir creciendo, no solamente desde el Congreso, sino desde todos los espacios de participación ciudadana y es asumir un compromiso, que ha sido bandera de la izquierda democrática, de apoyar la búsqueda de la paz mediante la solución política negociada. Tomar una decisión contraria, sin efecto constitucional, como es el voto en blanco o la abstención, pueden ser contraproducentes y puede terminar favoreciendo a los que buscan perpetuarse en el poder e instaurar una dictadura guerrerista y de permanente violación de los derechos humanos. Nada más acertada la posición asumida por el Senador Electo del Polo Democrático Iván Cepeda, al manifestar que “Cruzarse de brazos es acabar con la paz, la institucionalidad y el país”.




* Politólogo, Especialista en Cultura de Paz y Derecho Internacional Humanitario.

sábado, 24 de mayo de 2014

VOTO POR LA PAZ Y CONTRA LOS ODIOS

La amenaza de uribista de terminar con los diálogos de la Habana, nos convoca a que este domingo 25 de mayo nos manifestemos por la continuidad de este proceso de paz hasta la firma de un acuerdo que ponga fin a el conflicto armado que hemos soportado por mas de 50 años.