Julio E. Higuera
Politólogo
Pasaron las elecciones
regionales, en las que la estrategia de la guerra sucia, en algunas campañas,
fue contundente, atacando a sus contradictores buscando permear su integridad
personal, acudiendo a la mentira, desinformación o calumnias; generando un mayor grado de
confrontación y dejando heridas entre quienes hicieron parte de este proceso
político electoral.
A
los nuevos mandatarios les corresponde un gran reto, construir escenarios de
dialogo con los diferentes sectores políticos y sociales, que conduzca a la
reconciliación, como antesala de lo que será la responsabilidad de los nuevos mandatarios
a nivel regional y local, en la perspectiva de un periodo de postconflicto que
le pondrá fin al conflicto armado que ha sufrido nuestro país y la firma de un
acuerdo de paz definitivo.
Lo
peor que le puede pasar al Valle del Cauca y los 42 municipios, es que se
mantenga ese nivel de confrontación, desechando el camino del diálogo para
resolver las diferencias surgidas durante el pasado debate electoral. El
llamado del Papa Francisco para avanzar por el camino de la paz y la
reconciliación, cobra fuerza en la actual coyuntura en la que nos aprestamos a
la posesión del nuevo gobierno regional y los gobiernos locales en el Valle del
Cauca.
La
base para avanzar por el camino de la reconciliación, es que tengamos gobiernos
abiertos, participativos, en las que el pluralismo político y social, permitan
reconstruir el tejido social y la confianza ciudadana en sus gobernantes. La
alta votación por el voto en blanco, así como de tarjetones no marcados,
reflejan el escepticismo y desconfianza de la población por la confrontación
vivida durante el proceso electoral pasado.
Compromisos
como hacer de la región Pacífico un
modelo de desarrollo sustentable en paz, así como de recuperar el liderazgo del
Valle del Cauca a nivel nacional e internacional; hacer de Cali una ciudad de
oportunidades y ejemplo de seguridad y cultura ciudadana, solo son posibles en
la medida en que haya sinergia entre el gobierno departamental, el gobierno de
Cali y demás gobiernos municipales, articulando y desarrollando sus Planes de Desarrollo
hacía una agenda de bienestar social y
mejoramiento de las condiciones y calidad de vida de la población del Valle del
Cauca.