jueves, 1 de agosto de 2013

El abuelo sabio que le da lecciones a las FARC

El exguerrillero y ahora presidente uruguayo Pepe Mujica se reunió en La Habana con las FARC.

Hoy en América Latina no hay un político que de tanto ejemplo con sus actos como el presidente de Uruguay Pepe Mujica. Simpático, de buen humor, profundamente austero y con decisiones realmente revolucionarias como el impulso del matrimonio entre homosexuales y la legalización de la siembra, venta y consumo de marihuana. Además con un pasado rico en vivencias: fue guerrillero, sometido a torturas y sufrió la cárcel durante años. “Hoy la lucha armada es una soberana tontería”, ha dicho en reiteradas ocasiones.

 Con semejantes antecedentes, el mandatario realizó la semana pasada una visita oficial a Cuba, donde sostuvo sendos encuentros con el presidente Raúl Castro y con su hermano Fidel, alejado del poder desde 2006 por enfermedad. El encuentro con Fidel fue calificado por los testigos de excepción como “verdaderamente emocionante”.

Sin embargo, llegó a La Habana con otro propósito: reunirse con los líderes de las FARC que mantienen conversaciones de paz con el presidente Juan Manuel Santos. Fue el Jefe de Estado colombiano quien le pidió que se vinculara más al proceso para que con su sabiduría hiciera los aportes necesarios a ambas partes. Y así lo hizo.

En La Habana “mantuvo contactos con Luciano Marín Arango (alias ‘Iván Márquez’) y Seusis Pausivas Hernández (alias ‘Jesús Santrich’), dos los dirigentes de la guerrilla que participan en los diálogos de paz con delegados de la administración Santos”, informó la publicación Búsqueda.
“Tras esos contactos Mujica tiene previsto reunirse próximamente con su par colombiano, según información recabada”, añadió el periódico que, además, indicó que “representantes del Poder Ejecutivo declinaron hacer cualquier tipo de comentario al respecto”.

¿Y por qué Mujica se reúne con las FARC y con Santos? La respuesta la ha dado él mismo: “Lo más importante que está pasando en América Latina es la tentativa de construir paz en Colombia. Es una de las cosas más importantes en las últimas décadas que han pasado y en todo lo que se pueda hay que tratar de ayudar”.

Y por eso alaba a Santos: “Es, definitivamente, un hombre abierto que resiste el cansancio y transforma en política el cansancio de una guerra interminable a lo largo de décadas y que está buscando un paréntesis y que debiera recibir un caluroso apoyo de la comunidad internacional”.

De ahí que Pepe Mujica se haya reunido hasta con el Papa Francisco pese a su condición de ateo reconocido. En un reportaje previo a la cita explicó cuál era el exclusivo tema que le interesaba tratar con Su Santidad: “Colombia”. ¿Por qué? “Para pedirle que en la manera de lo posible haga todo lo que pueda por apoyar el proceso de paz para Colombia porque yo le doy una importancia brutal”.

La intervención en el proceso de paz de Pepe Mujica así ha ido en aumento. Durante una visita a Montevideo, en junio, la canciller colombiana María Ángela Holguín dijo a periodistas que el mandatario colombiano quiere que su par uruguayo “esté más cerca” del proceso de paz, para lo cual lo invitó a visitar Colombia.

Pocos días antes, durante su viaje a España y el Vaticano, el exguerrillero Mujica volvió a hacer un llamado a la comunidad internacional a colaborar en todo lo que se pueda en la culminación del proceso de paz en Colombia.

José Alberto Mujica Cordano (Montevideo, 20 de mayo de 1935), conocido popularmente como José Mujica o Pepe Mujica, está casado con la senadora y dirigente histórica del Movimiento de Participación Popular Lucía Topolansky con quien lleva una vida realmente modesta. Al punto, que se ha ganado el calificativo de ser el “presidente más pobre del mundo”.

Y, sin duda, uno de los más interesantes. En los años sesenta militó en el Movimiento de Liberación Nacional-Tupamaros, una de las guerrillas más fuertes de América Latina. En palabras de hoy sería un “terrorista urbano”. Durante el gobierno de Jorge Pacheco Areco la violencia arreció en su país. Pepe Mujica se jugó la vida y en un enfrentamiento armado fue herido de seis balazos. Además, fue apresado cuatro veces y, en dos oportunidades, se fugó de la cárcel de Punta Carretas.

En total, Mujica pasó casi 15 años de su vida en prisión. Su último período de detención duró trece años, entre 1972 y 1985. Al salir dijo que no quería volver a saber nada de la vía armada porque era “inútil”. Los informes de organizaciones de derechos humanos dicen que estos años en prisión “fueron particularmente brutales”. Sus condiciones de detención eran inhumanas.
Su visibilidad y liderazgo en el movimiento era tan fuerte que la dictadura cívico-militar lo tomó como “rehén”, lo que significaba que sería ejecutado en caso de que su organización retomara las acciones armadas.

Mujica no descansó en libertad sino que se abrió a los caminos legales y a consolidar una fuerza política legal. Se convirtió en el líder del Frente Amplio y poco a poco fue arrasando en las elecciones. Alcanzó la presidencia pero se decidió a mantener su austero estilo de vida.

El presidente, de 78 años, vive en una casita modesta, de apenas 45 metros cuadrados construidos, vieja de caerse a trozos, sin personal de servicio, en las afueras de Montevideo, donde cocinan él o su esposa cada día y donde plantan flores en un pedazo de tierra y que antes vendían en los mercados. “Una cueva”, en palabras de Luis Alberto Lacalle, adversario político. Él dice que a él lo que lo satisface es su cultivo de habas. “Pobre es el que necesita mucho, y no el que vive con poco”, dice.

De su salario presidencial toma apenas algo más de dos mil dólares, y dona el otro 90% a las cooperativas de su pueblo. Maneja un Volkswagen escarabajo modelo 87 y una moto. Y las vacaciones las pasa, encantado, tomando mate con sus amigos en una tienda de barrio.

Este abuelo venerable y a punto de cumplir 80 años, no esconde sus verdades y habla con franqueza: “Hoy la lucha armada es una soberana tontería”, dice. Es posible que eso se lo haya dicho a las FARC quienes por la vida y obra de este líder no podrán decir que quién este burgués o este aliado del imperio para criticarlos.



 

lunes, 8 de julio de 2013

Marta Harnecker: "Los líderes deben entender que son transitorios"

Martha Harnecker
La pensadora chilena, que llegó a asesorar a Hugo Chávez, presenta 'Un mundo a construir', en el que sienta las bases para avanzar hacia el socialismo del siglo XXI. En este encuentro con el politólogo Juan Carlos Monedero, aboga por el trabajo colectivo y recela del método de la asamblea para construir una alternativa al neoliberalismo.

 Un libro suyo, Los conceptos elementales del materialismo histórico (Siglo XXI), ha sido durante varias décadas e incontables ediciones el catecismo de la izquierda hispanohablante. La pensadora chilena Marta Harnecker, exiliada en Cuba tras el golpe de Pinochet y años después asesora de Hugo Chávez en Venezuela, presenta ahora Un mundo a construir (El Viejo Topo), en el que sienta las bases para avanzar hacia el socialismo del siglo XXI.

 Discípula del filósofo marxista Louis Althusser, esta educadora popular aboga en este encuentro con el politólogo español Juan Carlos Monedero por construir una alternativa al neoliberalismo mediante un trabajo colectivo de base que no tenga que pasar necesariamente por el método de la asamblea.

Juan Carlos Monedero: Parece que las ideas políticas en el Norte están agotadas y no queda otra que mirar hacia el Sur.
Marta Harnecker: Eso es algo que realmente aprecian ustedes, porque yo no conozco bien ese agotamiento que estáis viviendo. Pero creo que nuestras experiencias son un laboratorio que hay que estudiar. Estamos en la primera línea de la lucha por construir una sociedad alternativa.

J.C.M: El FMI está detrás de los ajustes que está sufriendo Europa. Teniendo en cuenta que son prácticamente calcados a los que sufrió América Latina desde los años setenta, no es extraño que Europa se pregunte si la forma que habéis tenido de salir del neoliberalismo puede ser de utilidad en el ámbito europeo. "Suramérica está en la primera línea de la lucha por construir una sociedad alternativa"  
M.H: Hay procesos históricos que se dan por rachas. Lo que pasó en América Latina a partir de los noventa está empezando a pasar acá. Debemos aprender a construir desde abajo y entender que desde arriba, desde el Gobierno, también se puede aportar y crear espacios. En ese sentido, hay que abandonar un poco la idea negativa que tiene lo institucional. Las energías hay que gastarlas en una agenda de construcción del poder popular. Si nos metemos en elecciones, esos procesos de construcción se dividen y se destruyen.

No niego que en el futuro habrá que llegar a la Constituyente y a gobiernos progresistas, pero hay que analizar en qué momento y cómo hacerlo. Tenemos que ver cómo ese instrumento político logra articular y no suplantar una plataforma de lucha, como ustedes han hecho con el Frente Cívico Somos Mayoría, aunque no sé qué está pasando con las masas que se movilizaron el 15-M.

J.C.M: Los procesos en Venezuela, Ecuador o Bolivia tardaron muchos años en madurar, por lo que se puede caer en la melancolía...
M.H: Hay que armarse de paciencia. Ahí está el gran problema de los plazos políticos y los tiempos de maduración democrática. Si caemos en el ultrademocratismo, a veces hacemos retroceder los procesos.

J.C.M: Eso nos lleva a otro problema que generó mucha distancia en el movimiento 15-M y que, en cambio, en América Latina ha sido un elemento esencial: el asunto de los liderazgos. "El papel del líder en Bolivia, Ecuador y Venezuela ha sido clarísimo porque la sociedad estaba muy fragmentada y no tenía instrumentos" 

M.H: En América Latina ha sido clarísimo el papel del líder porque era una sociedad muy fragmentada y porque no teníamos instrumentos. Nuestros líderes hicieron el papel de articuladores, pero surgen porque existieron los movimientos. No podemos imaginarnos a un Evo Morales sin el movimiento campesino indígena ni a Rafael Correa sin el movimiento ciudadano. El caso de Hugo Chávez es distinto, porque en él se concentra todo el malestar por la crisis de la institucionalidad burguesa que existía en ese país. Los líderes son necesarios para crear esa unidad del sujeto revolucionario, pero deben entender que son transitorios y que deben crear las condiciones de la conducción colectiva.  Ahí está el tema de la impaciencia de algunos líderes, porque es más rápido hacer los procesos sin discusión colectiva, pero es algo que hay que corregir.  "Si Chávez hubiese sabido que tenía los días contados, apostaría mucho más por la dirección colectiva”.

J.C.M: En tu libro planteas cómo hacer para acumular fuerzas de cara a la transformación social y, en ese sentido, crees que los procesos constituyentes solamente se pueden convocar cuando hay una acumulación de fuerzas suficientes.
M.H: El proceso constituyente tiene que hacerse para ganar.

J.C.M: ¿No es ya la discusión en sí una suerte de victoria, con la escuela de ciudadanía que implica?
M.H: La convocatoria tiene que ser precedida de un silencio. Una cosa es el momento de la convocatoria y otra crear la conciencia de la Constituyente. Pero hay que explicar muy bien de qué se trata y discutir no la Constituyente sino la institucionalidad que nos sirve.

J.C.M: En un mundo como el europeo (tan sometido a la lógica de la mercancía, donde armas la organización de tu cotidianeidad solamente en términos de mercado, de compra y de venta), tengo la sensación de que la apertura de un proceso constituyente sirve para que la gente se haga unas preguntas que, en España, no nos hemos hecho nunca desde la muerte de Franco ni durante los cuarenta años anteriores. Creo que la apertura de esa posibilidad va a ser muy emancipatoria en una Europa que no discute...
M.H: Es un tema muy interesante a discutir, porque pone en el tapete el tema de cuestionar la institucionalidad.

J.C.M: El 15-M tuvo mucho éxito porque no tenía liderazgo, estructura ni programa. Esos tres elementos, que eran muy poderosos por su ausencia, hoy son un problema también por su ausencia. A la hora de empezar a pensar en instrumentos políticos, parece que otra vez el movimiento entra en crisis. La gran discusión es entre las fórmulas asamblearias (de discusión constante y consensos) y la representación. Un problema que ha existido en América Latina, para el que, de alguna manera, han encontrado soluciones.
"Los líderes son necesarios para crear el sujeto revolucionario pero deben entender que son transitorios" 

M.H: Las explosiones que hubo en América Latina no tuvieron tanta duración. Me pregunto si en dos años el sistema asambleario no se desgasta. La gente no puede vivir en reuniones, tiene que pensar en alternativas de solución. Para construir la alternativa tenemos que trabajar de una forma colectiva, pero a lo mejor no asamblearia. El desafío pasa por socializar las discusiones de los grupos pequeños a todo el conjunto.

J.C.M: Pequeños grupos que actúen como socializadores del conocimiento. Como has dicho en alguna ocasión, "la democracia es gente igualmente informada".
M.H: En Chile, el movimiento estudiantil surge contra la política y los políticos, no tiene nada que ver con la representación sino con el estilo de trabajo de los políticos.  "Me pregunto si en dos años el sistema asambleario del 15-M no se desgasta: la gente no puede vivir en reuniones" 

Por lo tanto, cuestiona el sistema representativo, pero el problema es que los estudiantes, pese a declarar que su sistema es asambleario, tienen a gente que han elegido para hablar en nombre del grupo. Cuando les pregunto cuál es la diferencia, responden que han creado un sistema para controlar a los voceros, es decir, a los delegados. Desde la misma asamblea, eligen al veedor, que es —y esto lo digo riéndome— como el comisario político de los sectores populares. Eso es una creación del movimiento, una iniciativa bien interesante...

J.C.M: Al final son formas de democracia participativa con formas de democracia de delegación.
M.H: Salvo en pequeños grupos, la democracia directa tiene un límite. Hay corrientes en la izquierda que sólo reconocen la asamblea y la democracia directa, pero hay que tener en cuenta sus límites: si tienes la aspiración de cambiar un país, esa asambleíta no va a poder hacerlo. Volviendo a la delegación, ¿de qué tipo de delegado hablamos? No debe ser un delegado burgués sino alguien electo por la asamblea, que responde a ella y que no recibe un salario.
J.C.M: Una discusión que no tiene fin en Europa: ¿qué es de izquierdas?, ¿qué es de derechas?, ¿qué decisión te pone en un campo u otro?, ¿quién es el sujeto revolucionario?
"Si aspiras a cambiar un país, una asambleíta no va a poder hacerlo" 
M.H: En América Latina, la clase obrera, por el golpe que recibió, no ha sido el sujeto revolucionario. Creo que la gente necesita práctica, que es lo que define si una persona es de izquierdas o de derechas. Me he encontrado con gente de derechas con una práctica de izquierdas y titulados de izquierdas que hacen práctica de derechas.
J.C.M: Habría que diferenciar entre las bases y la dirigencia de la derecha.
M.H: Exactamente. Sobre todo, en un país como Venezuela, donde el partido de la derecha, Acción Democrática, fue en su momento un partido muy popular. Los tipos cambiaron con el tiempo, pero la idea inicial era bastante de izquierdas.
J.C.M: ¿Es la práctica de las mujeres guerrilleras desde Centroamérica la que construye un tipo de feminismo en el continente?
M.H: A ver, yo llegué a las ideas del feminismo no por las mujeres ni por lecturas, sino por los comandantes guerrilleros, que estaban influidos por las comandantes mujeres. Ellos habían incorporado el antiautoritarismo, el respeto a las diferencias y otros valores que defiende el feminismo.
J.C.M: ¿Has encontrado a Europa decepcionada, deprimida, cansada, golpeada...? "Para construir una alternativa tenemos que trabajar de una forma colectiva, pero a lo mejor no asamblearia"  
M.H: He estado en Guipúzcoa, donde he visto efervescencia. Bildu ganó las elecciones en más de cincuenta alcaldías y están en un proceso de democracia participativa, con experiencias interesantes. No se puede ser tan pesimista, por ahí viene la cosa. Fíjate en Chile: dos años atrás no se veía nada y hoy en día lo que se ve... Debemos tener esperanza. La idea es la unidad, compañero. Hay que dar tareas, pues la gente debe sentir que tiene tareas. No sé cómo se resiste a tanta asamblea. Será porque yo soy antirreunionista...

 Tomado de PÚBLICO Madrid 18/06/2013 17:59 Actualizado: 19/06/2013 07:35

viernes, 21 de junio de 2013

Dialogo Social Principio Rector para una Gobernabilidad Democrática

El diálogo social en sentido estricto, se entiende como la relación de comunicación, incluyente, de consulta y concertación entre los gobernantes y la ciudadanía; es decir es una relación horizontal, entre el Estado y las organizaciones de la sociedad civil, (llámense, sindicatos, asociaciones, grupos, comunidades, empresarios, etc.), con el fin de abordar conjuntamente los problemas sociales y contribuir a elaborar soluciones fundadas en el consenso.
 En el caso del sector laboral, por ejemplo, la concertacion social alude al diálogo social tripartito entre el gobierno, los empleadores y los sindicatos, mientras que en la negociación colectiva el diálogo social es bipartito entre empleadores y trabajadores.

El diálogo social está fundamentado sobre la idea de que, en determinados casos, para una sociedad es más beneficioso que el Estado abandone su estatus de superioridad sobre las organizaciones de la sociedad civil, para comportarse como un actor social más, en el mismo nivel que el resto, con el fin de negociar y alcanzar un consenso compartido entre los diferentes actores sociales, incluido el Estado. De este modo los actores sociales y el propio Estado quedan obligados, no por una ley del Estado sino por un pacto social.

Para Jürgen Habermas, el Diálogo Social es definido como la expresión y la interacción comunicativa, en el que los actores sociales pueden conocerse, confiar mutuamente, acostumbrarse a compartir información, consultarse y hace posible llegar a un entendimiento y acción conjunta de los actores, permitiendo construir la integración social desde el saber practico y moral.

El diálogo social presupone un proceso de toma de decisiones no autoritario, abierto, público y compartido, y sujeto a crítica, en un entorno en el que los actores, los grupos, las partes, no actúan sin comunicarse previamente con los demás en cuestiones que puedan afectarlos. Esto quiere decir que la base del diálogo social es la información que los distintos actores sociales se proveen mutuamente, así como la consulta con los interlocutores previa a la realización de actos que pudieran afectarlos. Obtener información de los actores sociales y de ser consultado por ellos es un derecho básico de todos los participantes.

El diálogo social es el mecanismo básico para la implementación de la democracia participativa. Esta última concibe la democracia como un mecanismo de participación directa de las diversas organizaciones de la sociedad civil en la toma de decisiones, mediante mecanismos de diálogo social y consenso. En la incorporación de los principios de democracia participativa, escenarios como los presupuestos participativos, audiencias sociales, procesos de rendición de cuentas y de control social ciudadano, permite la actuación de diversos sectores de la sociedad y el Estado, intercambiando información y estableciendo acuerdos concertados.

Para la Vicepresidencia de la Republica, uno de los pilares fundamentales en su gestión de gobierno, es el Dialogo Social, como un espacio para construir acuerdos, para la prevención y resolución de conflictos sociales, aunar esfuerzos para lograr disminuir la inequidad social, la discriminación y para la inclusión de todos los sectores de la sociedad colombiana, la concertación entre los diferentes actores sociales, políticos y económicos para lograr una sociedad más cohesionada y en la que los asuntos en materia social en el marco del respeto integral de los derechos humanos, sean ampliamente escuchados y atendidos por las diferentes instancias del Estado, dotando a los ciudadanos de poder decisorio y veedor respecto a la cotidianidad tanto de su propia comunidad, como del accionar del poder público.

 La construcción de una democracia eficiente y participativa hace inevitable un conjunto de capacidades necesarias para mantenerla viva y avante; este conjunto de capacidades comprenden la capacidad de resolver conflictos en forma pacífica, la capacidad de cooperación que trascienda la barrera del partidismo político, la capacidad de desarrollar una agenda incluyente para la acción y la capacidad de participación ciudadana.

JULIO E. HIGUERA
Politologo

domingo, 26 de mayo de 2013

FORMAS DE REPARACION

La mayor objeción que se escucha a los diálogos de paz de La Habana entre el Gobierno colombiano y la guerrilla de las Farc es el temor a la impunidad.

La esgrimen por igual los enemigos del proceso y los amigos más prudentes. Pero si en unos es una manera de torpedear el diálogo, otros están sinceramente interesados en que la paz no signifique borrar las culpas y los crímenes, olvidar la búsqueda de la verdad de las atrocidades de la guerra, ni abandonar la reparación de las víctimas.

Hay que situar los debates jurídicos en el horizonte de la sociedad y de la historia, si queremos la superación verdadera de los males. Y resulta evidente que el castigo no es la única forma posible de reparación de los daños que se le han hecho a una sociedad.

La justicia de muchos países a veces permite que un delito sea olvidado sólo porque el denunciante retira su demanda, otras veces concede indultos y excarcelaciones a cambio de fianzas o de información para los cuerpos de seguridad. La justicia no está allí gobernada por el mero deseo de venganza o castigo, sino por la intención pragmática de que los daños se corrijan, y de que la lucha general contra la ilegalidad obtenga de esos acuerdos algún beneficio.

Lo más importante es tener en cuenta las condiciones históricas. No se puede tratar igual a los que han sido derrotados en el campo de batalla, que a quienes acceden a dialogar para poner fin a una guerra salvaje. Algunos olvidan que para hacer caer todo el peso de la ley sobre unos reos e imponerles severas condenas habría sido necesario derrotarlos primero. Si esa derrota no se ha dado, o tardaría demasiado en darse: si las guerrillas siguen siendo un poder alzado en armas capaz de afectar a la sociedad y de imponer al Estado gastos cuantiosos y esfuerzos bélicos enormes, la voluntad de dialogar, la decisión sincera de abandonar las armas y reintegrarse a la vida civil tendrían que tener el valor de actos reparatorios.

Porque si bien la búsqueda de la verdad y la reparación de las víctimas son cosas fundamentales, hay algo que no podemos olvidar: que cuando la guerra aún está viva, cuando el conflicto es todavía un hecho cotidiano, no sólo hay que pensar en las víctimas que fueron sino también en las víctimas que serán. Evitar la prolongación de un conflicto que le ha costado a la sociedad incontables dolores, es también un acto de reparación.

Un embajador europeo nos recordaba hace poco la famosa frase de un guerrillero cuando se suspendieron los diálogos hace diez años: “Nos vemos dentro de veinte mil muertos”. Lo que se olvida cuando se suspenden los diálogos es que cada día de guerra significa muertos, destrozos, cuantiosos recursos públicos invertidos y multiplicación de los sufrimientos de las víctimas. Nadie ha hecho el censo de los jóvenes de todos los ejércitos que han muerto en esta guerra, pero nadie ignora que aquí se ha sacrificado a más de una generación.

No se trata simplemente de “la guerra terminó, ahora castiguemos a quienes la hicieron”. Se trata de “la guerra está viva, impidamos que siga cobrando vidas y multiplicando víctimas”. Esa es la diferencia entre un mero juicio de responsabilidades y un acuerdo de voluntades. Es justo examinar si la sociedad puede atenuar sus exigencias de castigo a cambio del beneficio comprobable de la terminación del conflicto, de evitar una multiplicación de sufrimientos y de víctimas.

Es ahí donde las soluciones jurídicas tienen que ceder su lugar a las decisiones políticas. Decisiones que tienen su valor, no en el campo limitado de la ley positiva, sino en el campo más amplio y complejo de la justicia y del espíritu de las leyes, que no están para ser aplicadas a ciegas, sino para ser interpretadas atendiendo a los principios de la justicia y del bien superior de la comunidad.

Nuestras cárceles están llenas de personas que en su mayoría han violado la ley, pero no suele examinarse qué tanto la sociedad cumplió primero con el deber de garantizarles a esas personas un horizonte de legalidad para sus vidas. Es frecuente en países como el nuestro que el Estado incumpla su deber sagrado de brindar oportunidades y garantizar derechos a los ciudadanos, pero se sienta autorizado a juzgar con severidad a esos seres a los que nunca ofreció garantías.

Si hay negociación, es porque el Estado admite que unos fenómenos sociales abrieron camino a la insurgencia y a la guerra, y que es necesario obrar cambios para que la realidad no siga siendo un surtidor de violencias.

Más importante que lo que en la mesa obtengan los bandos en pugna, es lo que pueda obtenerse para la comunidad. Colombia vivió a comienzos de los años sesenta, gracias al pacto que entregó el poder exclusivamente a liberales y a conservadores, una breve primavera de paz que deberíamos recordar. Muy pronto descubrimos que demasiada gente había quedado por fuera del orden social de ese bipartidismo excluyente, y nadie emprendió entonces un proceso de reparación verdadera.

Ojalá este acuerdo posible entre los guerreros abra camino a una primavera de inclusión, de creatividad y de apertura al mundo. Varias generaciones llevan décadas de zozobra y de anormalidad esperando que esa puerta se abra, y que Colombia muestre al mundo su verdadera riqueza humana. La firma de ese acuerdo podría abrir para el país horizontes históricos.

·        Tomado del Opinión elespectador.com Mayo 26 de 2013



sábado, 25 de mayo de 2013

Articulo de Opinion

24 mayo 2013
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Diálogo social como elemento para la reconciliación y la paz
"La paz como construcción social requiere espacios de diálogo sin agendas predeterminadas por alguno de los actores".
Wilson López López*

En la primavera de 1994, en solo tres meses, entre ochocientos mil y un millón de hombres, mujeres y niños fueron asesinados en uno de los peores genocidios de la historia reciente de la humanidad. Los asesinatos se cometieron con machetes en su mayoría, 200 mil mujeres y niñas fueron violadas antes de ser asesinadas; en muchas ocasiones los perpetradores obligaron a los hijos a violar a sus madres. Algunos de los victimarios afirmaron: “descuartizábamos a conocidos, a nuestros vecinos“; otros que jamás pidieron perdón por estas terribles acciones solo aseveraron: “cumplíamos órdenes. Estábamos todos entusiasmados. Formábamos equipos y salíamos de caza como si fuéramos hermanos… Si en el momento de matar alguno sentía pena y vacilaba, tenía que mirar muy bien lo que decía y procurar no revelar sus dudas por temor a que le acusaran de complicidad… Habíamos matado tanta gente que ya no le daba importancia….”

Estas notas son tomadas de la narración que hace Philip Zimbardo en su libro “El efecto lucifer: el porqué de la maldad”. Y forman parte de su esfuerzo de explicar y comprender qué mantiene el horror, y deja en claro que el uso de estrategias psicosociales como de deshumanización del adversario, la identidad grupal y el seguimiento a la autoridad sin discusión, la evaluación asimétrica del sufrimiento, la naturalización de la violencia, entre otros, son frecuentemente utilizados para legitimar la violencia y la guerra; los ejemplos muestran que esto ocurre en cualquier contexto violento. Estas terribles acciones han ocurrido también en Colombia. Solo tenemos que recordar algunos lugares comunes de las 1942 masacres (que reporta el Portal Verdad Abierta, desde los años 80 hasta nuestros días) donde además se ha usado todo el horror que podamos imaginar. Recordemos en memoria de las víctimas los nombres de los lugares donde se cometieron algunas de estas masacres: Trujillo, en las fincas de La negra y Honduras, Puerto Boyacá, El Tomate, La mejor esquina, Segovia, La Rochela, Pueblo Bello, El Nilo, Caño Sibao, Aracatazo, Carmen de Viboral, Pichilin, La Granja, Mapiripan, San Carlos de Guaroa, Aro, Urrao, Puerto Alvira, Barrancabermeja, El tigre, El Piñón, Tibú, La Gabarra, Manpujam, Trojas de Cataca, Macayepo, Nueva Venecia y Buena Vista, El Naya, El Chengue, Alazka, Bojayá, Bahía Portete, San José de Apartado, Atanquez, El Salado. Esto sin contar los miles de asesinatos selectivos, desapariciones, violaciones, tortura, secuestros, muertos en combate, muertos por minas, desplazados y todas las formas de intimidación que nuestra historia de conflicto violento ha generado.

Y ni hablar de las 5 millones de víctimas actuales directas y de los ejércitos de victimarios que no saben vivir sin violencia. Es evidente que todo este horror debe detenerse y debe ser ya. Parece claro que además de detener el horror debemos procurar construir un mínimo social y este es renunciar al uso de la violencia. Seguramente estos mínimos requerirán que en lo posible los victimarios “todos” pidan perdón sincero a todas las víctimas. Se debe exigir compromiso con la no repetición y el abandono de la violencia para el logro de cualquier objetivo por más loable que aparezca, y, buscar la reparación en todo el sentido de la palabra.

No podemos ser ingenuos y pretender que estas acciones curarán las heridas de la noche a la mañana y que detendrán de inmediato la violencia, esto será seguramente un paso dentro de un proceso para caminar a la construcción de una cultura de paz.

Será necesario además, propiciar que la sociedad inicie procesos de dialogo entre los actores que han estado en los diferentes bandos o que incluso han simpatizado o construido identidad con alguno de los actores de la guerra. Es pertinente aclarar que cuando hablamos de dialogo es en el sentido de no buscar con trucos retóricos probar nada, ganar o persuadir para legitimar o deslegitimar una visión o un sistema de creencias de este grupo. De lo que se trata es de buscar construir comunicación en la mayor simetría posible, de forma que este dialogo social permita la emergencia de escenarios de reconciliación (reconciliación en por lo menos un nivel mínimo de aprender a vivir sin violencia de nuevo con quienes no toleramos).

Este proceso debe iniciarse pronto, con o sin firma de los acuerdos de la Habana y estos encuentros para dialogar deben propiciarse entre los enfrentados. No tiene sentido hacer diálogos entre quienes hay consenso y tampoco estos deben buscar necesariamente acuerdos totales, los desacuerdos y desencuentros que se produzcan serán enriquecedores para el proceso solo como práctica pacífica. Estos diálogos sociales deben darse sin líderes políticos; ya sabemos que los líderes políticos buscaran por todos los medios mover el dialogo en la dirección de destruir al adversario como lo hemos visto hasta ahora, la paz como construcción social requiere que la sociedad inicie espacios de dialogo sin agendas predeterminadas por uno de los actores, sin afanes y con el cuidado de no deshumanizar al contrario; debe darse entre quienes tienen diferencias que parecen irreconciliables.

*Grupo Lazos sociales y Culturas de Paz. Profesor asociado Pontificia Universidad Javeriana. Editor Universitas Psychologica. Correo electrónico


http://www.semana.com/opinion/articulo/dialogo-social-como-elemento-para-reconciliacion-paz/344234-3

domingo, 19 de mayo de 2013

APORTES AL DEBATE SOBRE LOS DIALOGOS DE PAZ EN LA HABANA


Moritz Akerman
El país se debate entre permanecer en el pasado de su conflicto o articularse a la modernidad, a la democracia que tiene por objeto la vida en paz, en convivencia para el proceso de inclusión cada vez mayor. Transitar sin violencia, democráticamente sus diferencias es el punto de inflexión de este dilema.

Juan Manuel Santos se apoyo para su reelección como Presidente en una votación que combinaba el pasado y la modernidad, lo que contribuye a dificultar este tránsito. Su naturaleza de hombre transaccional y líder distribuidor de poder riñe con el absolutismo que el conflicto demanda en su eternización.

En la opinión nacional este debate no se ve como un asunto filosófico sino al nivel de los sentimientos colectivos: el desafío es interiorizar que si es posible obtener el desarrollo y las reivindicaciones -en medio de la movilización ciudadana que reclama desde distintos sectores- sin que se pierda la sensación de seguridad.

El debate se condensa hoy entre un pasado, que convirtió el Estado en una parcialidad no solo a la geografía nacional sino a! conjunto de tareas nacionales e internacionales, absolutizando un conflicto que atiempo que no reconocía, hacía que todas las manifestaciones por reivindicaciones sociales se presentasen como extensión del conflicto. Y un presente que busca modernizar al Estado para que tramite las diferencias y los intereses en procura de la convivencia siempre que se respeten las vías democráticas. El estado es el terreno óptimo de la confrontación civilizada y democrática.

Es una experiencia en el mundo queentre más democracia, el aumento de las reivindicaciones sociales puede hacer aparecer los procesos como aumento de la confusión y la incertidumbreMas si se compara con un pasado absolutista, que mimetizaba esas reivindicaciones en el conflicto armadoLa expresión, al finde esos movimientos sociales crea la sensación de pérdida de la seguridad y aumento de la anarquía. Frente a este desafío de gobernabilidad se sigue respondiendo, muchas veces, con las viejas ideas del absolutismo, cuando lo que se requiere es una pedagogía social sobre el deslinde necesario de los movimientos reivindicativos de las acciones violentas o de hecho que los degradan.

Estos sentimientos se están reflejando en las encuestas aliado de otros problemas reales como el de la salud, la desindustrialización, y la pérdida de empleos formales que resultan del cierre de pymes y microempresas familiares.

Este Gobierno se propuso mayor inclusión, disminución de la pobreza y la miseria, reparación de las víctimas y restitución de tierras como propósito de la Prosperidad Democrática. De contera favorecía así el clima y el dialogo para la paz. Sin embargo el énfasis en la Prosperidad Democrática se ha desvanecido no obstante que se ha avanzado en programas tan significativos como da disminución de la pobreza y el aumento de la vivienda popular.

Sin embargo la oposición ha logrado poner en la agenda nacional que el único propósito del Gobierno es el Proceso de Paz, no como parte esencial de l
Prosperidad Democrática, sino como pacto con la guerrilla.

La opinión pública sometida a corrientes económicas muchas veces contradictoriascomo la disminución de la pobreza al mismo tiempo que la pérdida de empleo formales, no encuentra la interpretación de sus problemas en la exclusiva polémica que la oposición ha logrado imponerle al mismo Gobierno en el terreno de la discusión política pública: todo se presenta por la oposición como si el futuro del país dependiese de si los guerrilleros vayan o no a la cárcel.

Frente al proceso de paz, aunque lentamente crece su aceptación, no es suficiente la convicción de que el camino dialogado contribuiría eficazmente a una mejoría en la inclusión social y en la prosperidad democrática. La gente está convencida y no le falta cierta razón, que es mejor esperar y reclamar de las acciones del Estado que esperar beneficios que se desprendan de ese proceso.

El tema sigue siendo de apoyo político y social para la paz: el tema es como generar una opinión comprometida que vea que la solución negociada del conflicto produce beneficios para el desarrollo de la gente.

Eso pasa primero por romper prejuicios que el propio Estado ayudó a consolidar en la opinión: para la gente no es claro qué le puede ofrecer el Estado a la guerrilla que sea superior a sus negocios. Haber vendido la idea de que esta no es una guerrilla sino sólo una banda de enriquecimiento personal, crea la primera barrera para que la gente acepte la bondad del proceso

Otro obstáculo a vencer es el prejuicio de que se estaba en "el comienzo del fin". Sin darle ventajas estratégicas a la guerrilla, habría que mostrar que en este momento estelar de Colombia y América Latina sería cada vez más costoso el mantenimiento de este conflicto de manera prolongada pues afecta la competencia y la competitividad de Colombia frente a otros países de América Latina que se están convirtiendo en polos dinámicos de desarrollo mundial.

El primer cambio que parecería demandar la situación es una pedagogía del Gobierno y todos sus Ministerios, orientada a mostrar el costo económico-social deconflicto y su eternización, cuánto resta frente a las metas de la Prosperidad y cuánto sumaria la paz a ese propósito.

La pedagogía necesaria parece pasar también porque el Gobierno -sin que ello signifique romper el sigilo de las agendas de negociación- unifique una bancada parlamentaria, convencida de la bondad de la negociación para la paz, más allá de las prebendas burocráticas. El proceso en el parlamento debe contar con una mayoría en que se explicite que la negociación es la mejor opción que no la únicaDe igual forma ha de hacerse una pedagogía sobre el aparato judicial y las entidades de control. El gobierno esta jugado pero aparece solo.

La ausencia de una pedagogía gubernamental sobre el proceso ha hecho que salga lo que no se espera: el Fiscal ha puesto a discusión el más sensible punto de la negociaciónLa Justicia Transicional. Y el fiscal ha mostrado que se puede hacepedagogía sin que se pierda confidencialidad de la agenda. Pero muestra también una paradoja, el Fiscal debiese ser el último en pronunciarse al respecto. La falla: no hay una adecuada y comprometida Ministra de Justicia y muy poco gabinete ministerial trabajando para unificar el país en ese Propósito Nacional. 

El escepticismo de la población frente al proceso y la falta de consecuencia en su abordaje por el Estado llevo a la oposición a la convicción de que éste era el talón de Aquiles del gobierno. Y si no es su único factor de oposiciónes el principal. La confusión entre el sigilo frente a la negociación y la ausencia de una sistemática pedagogía sobre el mismo le ha facilitado a la oposición el generar toda suerte de suspicaciasllegándose al punto de la revelación de secretos de Estado esenciales a la seguridad nacional, sin que se conozca ninguna medida sancionatoria.

La oposición del ex Presidente Uribe logro ocupar todo el espacio de la crítica social por la debilidad de la aceptación del proceso por la opinión y por la siempre inicial incomprensión frente a las inevitables concesiones que impone un proceso de paz. Adelanto el debate electoral del 2014 y puso el éxito o el fracaso del proceso como piedra angular de este debate. El Gobierno aparece a la defensiva, no hay ningún proyecto de propósito nacional que jalone a la sociedad en la convicción de que la continuidad en un nuevo periodo o el final de este Gobierno traerán beneficios tangibles a los ciudadanos.

Los partidos de la Unidad Nacional aparecen fragmentados interiormente y no hay, más allá de los beneficios burocráticos, un factor aglutinante y movilizador para la campaña electoral del 2014. El momento que vive el país en el mundo, cierta favorabilidad fiscal que asiste a este Gobierno, un concierto internacional dirigido por un hombre como Obama favorecería que el Presidente Juan Manuel Santos lance una propuesta aglutinadora que establezca un Cambio Político en la relación entre los partidos de la Unidad Nacional.

Una propuesta de Cambio Político que, discutiendo la propia existencia de esos partidos, si es necesario, reaglutine una gobernabilidad positiva, cierta y dinámica al estar apoyada por la gente, mucho más allá de las direcciones actuales de los partidos. Hay que convocar los líderes que han luchado por la paz, empezando por Andrés Pastrana, Belisario Betancourt y los miembros de esos gobiernos, en un Frente por la Paz que saque el debate de la dinámica Santos vsUribe.

No queremos significar que la oposición ha ganado de antemano una batalla al imponer el terreno del debate electoral en el tema de paz o guerra. Por el contrario, el Presidente Juan Manuel Santos al llamar a la marcha del 9 de abril acepto el reto de ese debate y cruzo el Rubicon, con resultados favorables. La suerte está echaday sin duda favorece a la paz y a la posibilidad del aglutinar la población tras un Cambio Político que habría que definir para asegurar el aglutinamiento en torno a un propósito transformador y no a meros acuerdos burocráticos electorales.

El desafío está en definir ese Cambio Político y unificar en primera instancia el propio Gobierno, calificar su gabinete y volcarlo de frente a la opinión para asegurar una movilización nacional que convierta a la paz en un paso de la Prosperidad Democrática.

Habría que rediseñar la comunicación del Gobierno con la ciudadanía: 1) rompiendo la pretensión de hacer del Presidente Juan Manuel Santos un personaje folklórico, eso no le va a un hombre que la sociedad reconoce como un administrador, un técnico. 2) asegurando que el Presidente pueda sostener diálogos informales y horizontales con generadores de opinión y factores de poder como los empresarios, los directores y dueños de medios de comunicación, los líderes de organizaciones gremiales y/o sindicales, etc. El ejemplo de ProAntioquia es un buen comienzo, pero se requiere aún más informalidad, horizontalidad y 
perseverancia etodas las grandes ciudades.

Hay que recordar que este debate electoral lo define las grandes concentraciones urbanas donde es necesario establecer una articulación del Gobierno Nacional con los Gobiernos Municipales: La escogencia de las diez principales ciudades del país para el debate electoral podría definir una agenda de trabajo del ejecutivo nacional y particularmente del Presidente en los programas del ejecutivo y en el desarrollo de ese Cambio Político que aglutine a la ciudadanía.

Por último, parecería que las definiciones electorales no se pueden seguir aplazando cuando en efecto hay una coordinada campaña de la oposición a nivel nacional. Igualmente ese diálogo informal y horizontal del Presidente con distintos actores tiene que ayudar a complementar el círculo de asesores, asesores que muchas veces tienden a convertirse en factores de opacidad, en hombres del 'si señor' que impiden ver la realidad de los problemas. 

Nota: Reflexión presentada en la reunión de REPENSAR de mayo del 2013


jueves, 16 de mayo de 2013

LOS CAUDILLOS - Jorge Eliecer Gaitan


Fue el hombre de mayor impacto caudillista de los mediados del siglo XX en Colombia.

Surge de un sector humilde de la población y llega ser un personaje de importantes logros en el ejercicio de su profesión de abogado penalista. Esto se debe a su formación como tal en Italia al lado del profesor Enrico Ferri; éste insigne jurista era un representante ilustre de la escuela positivista del Derecho.

Con su capacidad oratoria, Gaitán fue un victorioso defensor en los estrados judiciales porque, en ese entonces, el juzgamiento penal se hacía a través del jurado popular; compuesto éste por personas del común que era sensible a una oratoria de tinte emotivo y Gaitán aprovechó esa situación en sus defensas.

Impregnado ideológicamente por el positivismo jurídico que era efecto de las tesis socialistas, Gaitán incursionó en la política en forma independiente fundando un movimiento al cual le colocó el nombre de Unión Nacional Izquierdista Revolucionaria -UNIR-, como una respuesta al desprestigio del liberalismo en el cual había puesto su esperanza política. Sin embargo ese intento no le prosperó y, pronto, volvió a las toldas del partido liberal. Así describe ese proceso ideológico y político el profesor Gerardo Molina en importante estudio de "Las Ideas Liberales en Colombia":
"…pronto liquidó aquel ensayo autónomo y volvió al viejo partido, convencido de que allí estaban los efectivos humanos que le permitirían llevar a los hechos todos sus designios; pero "el gaitanismo" seguía actuando como una cauda, irrestrictamente ligada a la persona del caudillo. Pocos años después concibió el proyecto asombroso de convertirse en el adalid de los pobres, cualesquiera que fueran su filiación política y su fe religiosa. Su afirmación de que "el hambre no es liberal ni conservadora", apuntaba en esa dirección. Fue esa la concepción realmente revolucionaria de Gaitán". (Las Ideas Liberales en Colombia- de 1935 a la iniciación del Frente Nacional- tomo III-ediciones tercer mundo-segunda edición-. 1978-Bogotá).

Las multitudes, sin distingos de signos políticos ni religiosos, son la materia prima del caudillismo cuya estructura manifiesta es el discurso populista. Son las necesidades más sentidas de esas masas el objeto de la proclama ferviente y ardorosa del líder político; esta es una ley social universal porque representa el poder inmenso de la palabra; el ser humano es, sustancialmente sensible a la palabra porque responde a su propia esencia, a su carácter de Ser Social del mismo. La palabra es un instrumento de poder y el de mayor efecto al presentarla ante multitudes en capacidad de recibirla. Así fue como Gaitán ganó importantes casos en sus defensas penales en el foro judicial, como dijimos antes. Y esa misma oratoria inflamó el sentimiento popular; en el primer caso defendía una causa personal y en el segundo una causa social que las inmensas mayorías populares de Colombia exigían; el blanco era la casta oligárquica liberal-conservadora y, ese blanco lo era, también, del pueblo en general; por ello, Gaitán era el sujeto esencial de esa contradicción: pueblo-oligarquía y por ello su proclama terminaba siempre: "Contra la oligarquía, a la carga, contra la oligarquía, a la carga, contra la oligarquía, a la carga". Con esta consigna y discurso, ha sido el político de mayor impacto que ha existido en Colombia; fue por ello que su muerte inició un período aciago del pueblo colombiano denominado como "la violencia", dentro del cual se calcula fueron sacrificados alrededor de trescientos mil colombianos.

Y por ser su posición de carácter caudillista fue que la violencia que desató su muerte, fue una violencia de instinto y no de raciocinio.

Con la muerte de Gaitán se cierra un importante período de nuestra Historia pero deja de existir esa clase de caudillismo. La enseñanza que debemos asimilar y difundir es que solo lo colectivo puede ser eficaz en la búsqueda de una sociedad superior a la actual.


Tomado de Critica Politica



martes, 14 de mayo de 2013

Petro, ‘bocatto di cardinale’*

Por: Cristina de la Torre**.
"Sería postre suculento del banquete que el procurador se ha dado con sus contradictores políticos".

Con la destitución de Petro por supuestas irregularidades en el sistema de aseo, que algunos pronostican, mataría Ordóñez dos pájaros de un tiro: se sacudiría a un duro competidor por la Presidencia y su proyecto de izquierda, y se ofrecería él como solución a la crisis de candidaturas de la ultraderecha. Ahora, o en cuatro años. A la manera del dictador moderno que simula respeto por la ley, el jefe del Ministerio Público pretexta intervención disciplinaria para aplastar al contrario en ideas y hacer prevalecer las suyas propias.

Entre rezo y rezo, este hombre que sabe de las concupiscencias del poder, calculará llegado el momento de capitalizar una opinión moldeada con esmero por las divisas más reaccionarias: el integrismo católico, el uribismo y su manía de guerra, el ala más oscura del Partido Conservador. Acaso también el movimiento nazi denominado Tercera Fuerza, que exalta a Ordóñez como “el último hombre en pie con sentido común”; sin que él rechace la lisonja. Pero deberá aclarar si tuvo o no “cercanías y afinidades” con Armando Valenzuela, inspirador de aquel engendro que —según informa Daniel Coronell— resultó emparentado con lefebvristas correligionarios del procurador y con los paramilitares del Magdalena Medio. Supuestas simpatías de este orden no le impiden allanarse a la política menuda: se opone a tocar las pensiones de parlamentarios y magistrados, con lo que acaba de comprar la benevolencia de la clase política y judicial: por chantaje o por favor.

El procurador va por lo suyo y Petro da papaya. Se sabe gobierno de minoría y opinión adversa, alimentada por ineficiencia en la gestión, por pugnacidad en el estilo del alcalde, por inquina de noticieros de radio y televisión. Y sin embargo, el burgomaestre suma errores que ceban el baculazo justiciero y tapan sus logros. Equivocaciones como la de confiar al entonces gerente del Acueducto, un irresponsable, la transición al modelo público de aseo; o la de no prever el sabotaje de los operadores privados que dejaron de recoger basuras para crear el caos, opacan hechos sin antecedentes. Como que en el último año redujo Bogotá 3 puntos el índice de desigualdad. La mitad del servicio de aseo es hoy público y funciona bien. Guillermo Alfonso Jaramillo les arrebató a los corruptos el aparato de salud para volcarlo sobre los más pobres. Y tras 60 años de ires y venires, es Petro quien logra el contrato de ingeniería que lanza la construcción del metro en Bogotá. Todo ello, no obstante haberse topado él con una ciudad semidestruida y esquilmada por el cartel de la contratación.

A 23 años de firmada la paz con el M-19 y cuando ésta podría extenderse a las Farc, el locuaz mentor de la derecha se embosca contra la justicia transicional que daría por terminada la guerra. “Hay punitivistas de última hora —dijo Sergio Jaramillo—, que hace diez años apoyaban amnistías para paramilitares y hoy son inquisidores”. Inquisidores también de la legalidad que, de sancionar a Petro, desaconsejarían la opción de cambiar balas por votos, pues el mensaje sería que la legalidad no paga. ¿No es eso boicotear la paz? ¿No es involucionar a la dictadura teocrática de Núñez o al Frente Nacional y su monopolio de la política por una fuerza única que niega la existencia de todas las demás? ¿No fue éste uno de los móviles de la insurgencia armada en Colombia? Manduquearse en Petro una opción de izquierda democrática sin causales suficientes ni sindéresis ¿no azuzaría la guerra? ¡A moderar el apetito por este bocatto di cardinale!

Coda. ¿Ya la justicia sabe quién ordenó atentar contra Ricardo Calderón?
                                                                                                                   



* Tomado del Espectador, 13 Mayo 2013  
** Profesora e investigadora de la Universidad Externado de Colombia. Columnista de El Espectador. Autora de varios libros, el más reciente titulado "Álvaro Uribe o el Neopopulismo en Colombia". Cofundadora y periodista de la revista "Alternativa"