domingo, 29 de mayo de 2016

¡Porque temerle a la Refrendación Ciudadana de los Acuerdos de Paz!



Julio E. Higuera
  Politólogo, Especializado en Cultura de Paz.

La Corte Constitucional realizo, el pasado jueves 26 de mayo, la Audiencia Pública, en el marco del proceso de la revisión jurídica de la Ley Estatutaria del Plebiscito por la Paz; para escuchar los planteamientos a favor o en contra de este mecanismo de participación ciudadana para la refrendación de los acuerdos de paz a los que se lleguen en los diálogos de la Habana entre el Gobierno y los voceros de las Farc, de miembros del gobierno, otros órganos del Estado, entidades no gubernamentales defensoras de los derechos humanos, voceros de las víctimas y académicos,

Este proceso de consulta se realiza previo a la presentación de la respectiva ponencia para estudio de la Sala Plena de la Corte Constitucional y así decidir si es exequible o no este mecanismo especial de refrendación de los acuerdos.

La Paz más que una política de un gobierno en particular, es un propósito del conjunto de la sociedad y por ello es fundamental que el pueblo sea el que decida si está de acuerdo o rechaza el acuerdo final. En ese propósito previo a la realización del plebiscito, se debe diseñar una amplia campaña de divulgación entre la ciudadanía del contenido de los acuerdos, propiciando espacios de debate con quienes se oponen a los diálogos de paz o a este mecanismo de refrendación; puesto que el mayor riesgo que se corre es que la poca información o la desinformación existente entre la ciudadanía, sobre lo acordado en la Habana, genere la falta de compromiso y de participación en la consulta para su refrendación.

Son muchas las posiciones de sectores de la sociedad, partidos políticos y órganos de control, que pese a reconocer que son garantes de los derechos humanos y del derecho a la vida, se oponen a la búsqueda de la paz, mediante el dialogo; pero también aquellos sectores que consideran que la refrendación de los acuerdos, no debe pasar por el mecanismo de consulta a los ciudadanos puesto que el Presidente cuenta con facultades constitucionales que le permite firmar el acuerdo y aprobarlo; olvidando que la paz por ser un propósito nacional y en el marco de la constitución se debe respetar la participación popular en decisiones que los afectan, para generar mayor confianza en las instituciones, promover una cultura política basada en la convivencia el respeto mutuo y contribuir al fortalecimiento de la democracia y la paz territorial.

El plebiscito cumple la finalidad de lograr un acuerdo de paz, vinculando a los ciudadanos en esa decisión, por lo tanto es un mecanismo que no vulnera la constitución y tiene un carácter vinculante, buscando que el próximo gobierno, independientemente que este o no de acuerdo con lo pactado en la Habana, tenga la obligación de respetar e implementar los acuerdos de paz, acatando la decisión popular mayoritaria, si este fuera el resultado final de este mecanismo de participación ciudadana.

domingo, 15 de mayo de 2016

PEDAGOGIA CIUDADANA PARA LA PAZ Y EL POSTCONFLICTO



Julio E. Higuera
Politólogo, Especializado en Cultura de Paz y DIH

La campaña desinformadora de algunos sectores políticos de derecha y Altos Funcionarios  del Estado, amparados por algunos medios de comunicación, que tercamente persisten en la salida militar al conflicto armado, demanda del Gobierno Nacional, Gobiernos Regionales  y Locales, implementar una intensa jornada de dialogo con los ciudadanos para contrarrestar esa campaña  difamadora, que busca restarle credibilidad y confianza al proceso de dialogo en la Habana.

El acuerdo alcanzado esta semana, en la mesa de negociación, que permite brindar jurídicamente los acuerdos de la Habana, y así evitar su incumplimiento, a futuro, elevándolos a la categoría de acuerdo especial, en el marco del Derecho Internacional Humanitario, es un paso importante hacia la terminación del conflicto armado; la reinserción, reconocimiento y aceptación de la institucionalidad del estado y las normas que nos rigen, por parte de los alzados en armas, después de más de 50 años de actuar al margen de la ley y las instituciones democráticas.

La proximidad de la firma de acuerdo final de paz, y su validación mediante la convocatoria al plebiscito, requiere del más amplio respaldo nacional, lo que obliga a las instituciones del estado mayor atención para recuperar la confianza de los ciudadanos, escépticos ante los tropiezos que este proceso ha sufrido y que muy hábilmente han sido utilizados por sus detractores, para amilanarlo; para que el SI sea lo predominante en la consulta ciudadana, puesto que la búsqueda de la Paz es un propósito nacional y por ende deriva en unos deberes y derechos, que debemos acatar la institucionalidad Estatal, los Partidos Políticos, Gremios Económicos y la Sociedad en su conjunto.   

Según resultados de la última encuesta realizada por la Universidad del Valle, el 60% de los vallecaucanos y del norte del cauca apoya el proceso de paz como la mejor estrategia para poner fin al conflicto armado en Colombia, pero de igual forma refleja una gran desinformación frente a lo acordado hasta el momento en la Habana, existiendo la percepción que con la firma de esos acuerdos, abra un cambio en el modelo económico, político y social, producto de la desinformación insinuando que la “guerrilla instaurara el modelo chavista en nuestro país”. Es por ello que en la encuesta, en mención, cerca del 72% de los encuestados se oponen a que desmovilizados de la Farc participen en política. 

El papel de las instituciones del Estado, los partidos políticos, organizaciones de la sociedad civil y ciudadanía en general que abogamos y respaldamos la búsqueda de la paz a través del dialogo, va a ser fundamental en la etapa del postconflicto; desarrollando una intensa actividad pedagógica que permita desvirtuar la mentiras que se han tejido alrededor de los acuerdos surgidos en la Habana, valorando el papel del ciudadano en el diseño de los instrumentos y reformas necesarias para dar cumplimiento a los acuerdos a que se lleguen, conociendo y entendiendo los alcances de los mismo, en el marco de una paz territorial con equidad social; acabando con el mito que lo de la Habana es un pacto a puerta cerrada entre los negociadores del gobierno y los voceros de las Farc, sino que es un acuerdo que convoca a la nación en este propósito de dialogo, reconciliación y terminación definitiva del conflicto armado en nuestro país.

martes, 3 de mayo de 2016

NO SEAMOS PRISIONEROS DE LOS ODIOS



Julio E. Higuera*

Son muchas y profundas las heridas que ha dejado el conflicto armado en Colombia, en el que estamos envueltos por más de cinco décadas. Para la sociedad no es fácil olvidar el desangre en el que hemos vivido las últimas generaciones, como resultado de las acciones violentas, masacres y actos terroristas contra población inerme, los secuestros llevados a cabo por los grupos guerrilleros, paramilitares y del narcotráfico, pero también los actos criminales de algunos sectores de la fuerzas armadas y de la clase política colombiana, con un alto costo de vidas humanas y del desplazamiento de millones de colombianos que debieron abandonar sus regiones, huyéndole a los enfrentamientos armados en amplias zonas con presencia de población civil y campesina indefensa.

La búsqueda de la paz, a través del dialogo del gobierno nacional con las guerrillas de las Farc y el ELN, nos aproximan al camino para poner fin a este conflicto de más de medio siglo. Pero la paz no se alcanza sino existe un clima de compresión y tolerancia, despojándonos de los odios y resentimientos. Solo en la medida en que los colombianos dejemos de ser prisioneros de los odios y deseos de venganza, pero también que aquellos sectores políticos, Altos Funcionarios del Estado y medios de comunicación, que consideran que la salida debe ser militar, haciendo apología al odio, como una medio de expresar su oposición a los diálogos que se llevan a cabo en la Habana; entiendan que el mejor camino que pueda escoger Colombia es el de la paz y la reconciliación, para crear un clima de libertad y equidad social y no la polarización política entre los amigos de la paz y los que abogan por la continuidad del conflicto.

El líder Sudafricano Nelson Mandela, símbolo de la lucha contra el Apartheid y la discriminación racial, al dejar la prisión en la que estuvo recluido injustamente por más de 27 años, después de sufrir todo tipo de vejámenes y violación a los derechos humanos, motivos suficientes para sentir odio y rencor contra el régimen de segregación racial en Sudáfrica; mantuvo una actitud de perdón y conciliación, manifestando que al salir hacia la libertad, sabía que tenía que dejar toda ira, odio o resentimiento, porque de lo contrario seguiría siendo un prisionero y sin libertad difícilmente encontraría la felicidad.

Romper con la cultura del odio y los resentimientos, no es sinónimo de olvido, sino es el camino que nos permitirá crear las condiciones materiales y espirituales para pasar de un estado de guerra a una situación de paz, puesto que el odio conduce a la discrepancia, a tener comportamientos basados en hacer daño, generando división en la población, mediante la calumnia y la desinformación, haciendo creer que el camino de la paz y la reconciliación, conducirá a la impunidad para los guerrilleros de las Farc desmovilizados.


Reconocer los actos violentos y errores cometidos, pedir perdón a sus víctimas, así como el compromiso de reparación y no repetición, el sometimiento a la justicia transicional, son acciones que van a permitir que este proceso no esté cubierto con el manto de la impunidad y por el contrario abre las puertas, para que reinterpretemos acontecimientos dolorosos del pasado, para superar el dolor y los sentimientos de odio y venganza. El Perdón y la Reconciliación se constituye en el mejor activo de un pueblo para avanzar en la construcción de una sociedad más tolerante, respetuosa, dispuesta a convivir en medio de la diferencia y sobre todo comprometida con el desarrollo político, económico y social, fortaleciendo los valores de la democracia y la participación ciudadana.





* Profesional en Estudios Políticos y Resolución de Conflictos. Especializado en Cultura de Paz y Derecho Internacional Humanitario