Julio E. Higuera
La
fragmentación entre el sector de Coalición Colombia y los movimientos de
izquierda, ante la falta de voluntad política para crear alternativas de unidad,
y no repetir las prácticas excluyentes y sectarias de procesos políticos
anteriores, insistiendo en creer que solos pueden ganar las elecciones, basados
en los resultados de las últimas encuestas difundidas por los diferentes medios
de comunicación; en una clara actitud de sectarismo político, en las que priman
más los intereses individualistas, el egocentrismo, las conveniencias, y ambiciones
políticas, alejaron la posibilidad de un acuerdo para llegar a primera vuelta
con candidato único a la Presidencia de la Republica.
El desconociendo al clamor
de amplios sectores políticos, sociales y ciudadanos que reclamaban un acuerdo
de unidad; abonan el camino para que, en Colombia, volvamos a un pasado de
guerra, odios y desigualdades sociales, factores propicios para que la
corrupción se mantenga reinante, amparados en su estrategia de lucha contra la
guerrilla y la amenaza castro chavista; colocando en grave riesgo el proceso de
paz y reconciliación alcanzado durante el actual gobierno.
La realidad de nuestro
sistema político y de participación ciudadana, se desarrolla en torno a tres
escenarios: las maquinarias políticas, sostenidas a través de favores y
emolumentos a líderes que tienen como
misión el control y manipulación del electorado; el manejo parcializado de la
información, que hacen los medios de comunicación, sobre las diferentes
propuestas; y la indiferencia ciudadana que trasmiten su inconformidad con la
actual clase política, absteniéndose de participar en los procesos electorales;
todos estos factores como consecuencia de la falta de una mayor cultura y
formación ciudadana que los motive a participar en la designación de nuestros
representantes en las diferentes instancias de poder, libres de las ataduras y
chantajes de los partidos y jefes políticos; facilitándole a las maquinarias
las herramientas para mantener el control burocrático del aparato del estado.
En el actual contexto
económico social y político del país, el fenómeno de la corrupción ha
adquirido una relevancia inquietante, ante los escándalos
en los que se han visto envueltos dirigentes políticos, magistrados de las
altas cortes, del sector empresarial entre otros; circunstancias que abrían las
posibilidades para que los sectores independientes, unidos, presentaran
alternativas de gobierno, tomando como bandera la ruptura con esas prácticas en
la conducción del estado, generando espacios para la participación de los
ciudadanos en el control de la gestión pública, recobrando la confianza de la
ciudadanía para con el estado, mejorando la calidad, eficacia y eficiencia de
la administración pública en atención a las demandas sociales, cimentando las
bases de un autentico gobierno democrático basado en principios de equidad
social, integridad y transparencia; evitando que volvamos a un pasado de
pobreza, mentiras demagogia y despilfarro de los recursos públicos.
Con la decisión de los
candidatos presidenciales que apoyaron los acuerdos de paz con las Farc y el SI
en el plebiscito, de llegar dispersos a primera vuelta, corren el riesgo de
quedar por fuera de la segunda vuelta, al no alcanzar los votos suficientes;
mientras que las fuerzas de la derecha que apoyaron el NO alcanzaron un acuerdo
que les permitirá llegar unidos a primera vuelta con mayores posibilidades de
pasar, con su candidato, a segunda vuelta, junto a German Vargas Lleras.
Ante ese panorama quienes preservamos
por la confluencia de las fuerzas defensoras de la paz y la reconciliación; deberíamos
optar por el Voto en Blanco, como una expresión ciudadana de rechazo para con
la dirigencia de esos sectores políticos, quienes fueron inferiores a la
responsabilidad que tienen para con el país, de anteponer sus intereses
particulares y/o grupistas, y abrir el camino a un gran acuerdo de unidad, que
brindara la posibilidad de alcanzar la Presidencia de la Republica en el 2018 y
así cambiar la historia de Colombia, rompiendo con una clase política,
clientelista y corrupta, para darle paso a nuevas alternativas y liderazgos
políticos, construyendo una sociedad que viva con dignidad, justicia, equidad y
reconciliada socialmente.