La construcción y
consolidación de una cultura política democrática que respalde la participación
ciudadana en la protección de los
Derechos Humanos, en especial de los derechos de los niños y las niñas, en
materia de salud, educación, libre desarrollo y seguridad, son un imperativo en
momentos en el que país registra, con dolor, como este sector de la población es
el más afectado con los últimos hechos en materia de atención en salud, educación
y seguridad.
Ya el Vicepresidente de la Republica llamaba la atención sobre estos graves hechos en los que han perdido la vida niños y niñas por la falta de una efectiva y pronta atención médica, al respecto manifestaba que “un país que deja que un niño o niña muera sin atención médica se convierte en una sociedad sin perspectiva".
Frente
a la negligencia de algunos funcionarios de las entidades prestadoras de salud,
así como de funcionarios públicos, Angelino Garzón, manifiesta la necesidad de
activar un Plan Nacional de educación y de cultura en Derechos Humanos para los
servidores públicos como alcaldes y gobernadores para fortalecer e incidir en
un cambio radical. Es enfático en señalar que solo en la medida en que se les
pueda brindar un mejor futuro a los niños, niñas y adolescentes en materia de
educación, cultura, recreación, deporte, alimentación, salud y garantías en el
estudio, se les aleja de la tentación de engrosar los grupos armados ilegales. Y
concluye manifestando que solo con la ayuda de las autoridades civiles
nacionales, locales, regionales, y de la sociedad en su conjunto, se puede
sacar adelante a los niños y niñas que son el presente y futuro de nuestro país.
Invertir
en programas para el respeto y la defensa de los derechos humanos, así como en el
fortalecimiento de los programas sociales que beneficien a la población juvenil
y la infancia, requieren del concurso
del conjunto de la sociedad que con sus iniciativas y participación, permitan
mejorar las condiciones de vida de esta población proclive a ser absorbida por
los grupos ilegales y de la delincuencia común.
Los
derechos humanos, si bien es cierto su primer garante debe ser el Estado; la
responsabilidad de la ciudadanía es clave, sobre todo en la defensa y el
respeto a los derechos de la población más pobre y desprotegida, especialmente
los niños y niñas.
Para
la Unicef, garantizar los derechos de niños, niñas y adolescentes implica no
solamente una responsabilidad legal y moral; también tiene implicancias para las
políticas económicas y sociales y, por consiguiente, para la asignación de los recursos
financieros de un país. El volumen y uso de los recursos públicos asignados al cumplimiento
de los derechos de la infancia y la adolescencia constituye un importante indicador
del grado de prioridad que otorgan los Estados a tal fin.
En
síntesis solo en la medida en que el Estado y la sociedad entienda que los
derechos de la infancia y la población juvenil, es un problema de conciencia colectiva y que solo con la movilización de
los actores sociales se pueden lograr
objetivos, como prevenir y mitigar la amenaza o
vulneración de los derechos de los niños, niñas y adolescentes y su
restablecimiento cuando hayan sido vulnerados; la promoción y divulgación de
manera permanente los derechos de los niños, niñas y adolescentes para su reconocimiento
como actores/as sociales y como sujetos de derechos, así como para la asignación
y movilización de los recursos necesarios para la Protección y Atención
Integral a la Infancia y la adolescencia.
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