miércoles, 10 de abril de 2013

SI QUEREMOS LA PAZ, SEAMOS PARTE DE LA SOLUCION

Julio E. Higuera
Politólogo
Desde hace más de sesenta años, la sociedad colombiana enfrenta un conflicto armado alimentado entre otros factores, por procesos históricos de exclusión económica, social y política, que en sus etapas más recientes ha evidenciado un nivel extremo de degradación. Si bien se han obtenido éxitos referidos a limitar la acción de los grupos guerrilleros, de las Bacrim y del narcotráfico, las acciones de estos grupos no cesa y en el último periodo se han incrementado, utilizando armas convencionales, prohibidas por el Derecho Internacional Humanitario para proteger a la población civil; generando una grave crisis humanitaria expresada en el desplazamiento interno, falsos positivos, ejecuciones extrajudiciales, desapariciones forzadas, chuzadas, estigmatización y asesinatos de líderes sociales y defensores de DDHH, y profundiza la inequidad social.

En Colombia nos encontramos en un momento difícil, pero no imposible para la paz, y sobre todo cuando “se quiere imponer la cultura del odio y la violencia”, que afecta principalmente a mujeres, niños y niñas, víctimas del conflicto, así como su reclutamiento para integrar las organizaciones armadas ilegales; el fraccionamiento del país y de su clase dirigente entre los que vemos en el dialogo el camino para alcanzar la paz y los que por el contrario defienden la vigencia de la política de Seguridad Democrática y el uso de la fuerza para doblegar a los grupos guerrilleros.

Es fundamental que ciudadanos y ciudadanas asumamos nuestra obligación en la realización del derecho a la paz y de manera organizada se promuevan diálogos que incluyan a todos los actores y sectores, alrededor de la construcción de la paz basada en el respeto y disfrute de los derechos humanos, la justicia, la vida digna, la equidad, la democracia y, en la búsqueda de solución negociada al conflicto armado.

La paz empieza por el rechazo de la violencia como forma de solucionar los conflictos y para que esto pueda ser posible se debe dar un proceso de sensibilización al respecto, es decir la paz se debe interiorizar culturalmente y esto supone erradicar la cultura de la guerra y la violencia como forma de resolver los problemas que genera el modelo de desarrollo social actual. Se piensa que la guerra es injusta y dramática para los seres humanos, pero también se considera inevitable en muchos casos, es decir estamos ante una ciudadana resignada a que con el dominio de la cultura de la violencia las soluciones violentas siempre están justificadas y si no se cambia esa actitud, se recurrirá siempre a ella como último recurso.

La sensibilización ciudadana tiene un papel importante en tanto que incide en la construcción de los valores de los ciudadanos, permitiendo la evolución del pensamiento social. Pero estas campañas de sensibilización no son suficientes para generar cambios en los comportamientos ciudadanos frente a la guerra y la paz, sino que se deben generar procesos de reflexión sobre cómo se puede incidir en la construcción de la cultura de la paz, desde la familia y los colegios. Se trata de generar una conciencia colectiva sobre la necesidad de una cultura de la paz enraizada en la sociedad con tanta fuerza que no deje lugar a la violencia.

Por otra parte, al hablar de participación ciudadana para una cultura de paz, hacemos referencia a que los individuos deben asumir un compromiso social y político por la transformación de esa cultura de violencia a una de no-violencia, basada en la búsqueda de una vida digna para todos, es decir, estimular la conciencia cívica de que todos los seres humanos son libres e iguales ante la ley, entendiendo que los derechos de cada persona están limitados por los derechos de los demás y por las justas exigencias del bien común.

 
Marcha por la Paz en Bogotá
Abril 9 de 2013
Los movimientos de la sociedad civil por la paz, durante los últimos años han realizado un sinnúmero de actividades en busca de la Paz (marchas, conciertos, caravanas, entre muchas otras actividades), pese a que todas estas estrategias han sido muy importantes, no son suficientes, lo que hace necesario promover nuevas iniciativas que generen mayor atención y efectividad para que se forjen procesos exitosos de sensibilidad ciudadana para la paz, con justicia, equidad, desarrollo social y mejoramiento en las condiciones de vida de los ciudadanos, pilares fundamentales para poder hablar de una verdadera cultura de paz.

Las actuales conversaciones de paz en la Habana, han tenido un impacto favorable, pero también escepticismo en el país, en primer lugar porque se llega a la mesa con una agenda acordada por las partes y el compromiso y voluntad de las partes en llegar a un acuerdo con el proceso de paz, pero de igual manera se han incrementado las acciones violentas y terroristas de las Farc en varias regiones del país; y desde diferentes sectores de la sociedad se reclama que estas negociaciones sean más incluyentes con una mayor participación de la sociedad civil, como actor relevante en la construcción de una paz duradera.

Existe una fuerte campañas de desinformación frente a los alcances de las negociaciones en la Habana, lo que implica que se promuevan espacios de reflexión para que los ciudadanos entiendan el conflicto no como una lucha de poderes y de ideologías, sino como una problemática social que no permite el desarrollo y bienestar de los ciudadanos, ni garantiza la seguridad y tranquilidad ciudadana.

Finalmente, es importante realizar acciones de construcción de memoria histórica, que visibilicen a las víctimas del conflicto armado y sensibilicen sobre el derecho a la verdad, la justicia, la reparación y la no repetición. Además, implementar planes participativos para el desarrollo de diálogos desde las redes departamentales de paz, que concreten experiencias de diálogo diverso entre los diferentes sectores de la sociedad alrededor de iniciativas de construcción de paz duradera y sostenible.

1 comentario:

  1. Completamente de acuerdo, el Diálogo Social, no sólo debe encauzarse, si no que Colombia tiene la oportunidad de establecer sistemas de gestión de ése Diálogo Social. Buenas prácticas y estructuras permanentes que comuniquen la ciudadanía de forma transversal, unos actores con otros, una verdadera comunicación multi-sectorial y organizada. Un paso más allá de la veedurias, para que la ciudadanía se empodere y asuma el liderazgo social.

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