Julio E. Higuera* |
El Congreso de la República aprobó la ley; que ordena la
inclusión en las instituciones educativas y universidades del país la Cátedra
de la Paz, que tiene como misión “crear y consolidar un espacio para el aprendizaje, la
reflexión y el diálogo sobre la cultura de la paz y el desarrollo sostenible
que contribuya al bienestar general y el mejoramiento de la calidad de vida de
la población”[1].
El
pasado 10 de diciembre, el Sistema Nacional de Derechos Humanos y Derecho
Internacional Humanitario, instancia de coordinación de instituciones del
Estado, hizo entrega al Gobierno Nacional, del documento que contiene la estrategia nacional de Derechos Humanos, “De
la violencia a la sociedad de los Derechos. Propuesta de Política Integral de
Derechos Humanos 2014-2034”, que se constituye como uno de los productos del
proceso de construcción participativa de la política pública en Derechos
Humanos, a través del diálogo y concertación del gobierno nacional con la
sociedad civil y la comunidad internacional y en el que se reconoce los
derechos como objetivo fundamental en el accionar del Estado colombiano.
Es importante generar esta clase de acciones de promoción, formación y
protección de los Derechos Humanos y Cultura de Paz; entendiendo este último, como un conjunto de valores, actitudes y comportamientos que reflejan el
respeto a la vida, al ser humano y a su dignidad; en el que la Cultura de Paz
pone en primer plano los Derechos Humanos; el rechazo a la violencia en todas
sus formas y la adhesión a los principios de Libertad, Justicia, Solidaridad,
Tolerancia, Igualdad, así como a la comprensión entre los pueblos y las personas,
porque los Derechos Humanos están directamente
vinculados a la vida digna y a la paz.
En la
medida en que las personas tengan un mayor conocimiento y compresión sobre la Cultura de Paz y Derechos Humanos, se tiene la esperanza de
convertirlo en una acción de transformación de la sociedad, haciéndola más
tolerante, minimizando los actos violentos que sucumbe a nuestra país, no solo
por las acciones violentas y terrorista de los grupos armados al margen de la
ley, de la delincuencia organizada, sino también por la falta de tolerancia y
convivencia pacífica de nuestras comunidades. Por ello la Cátedra de Paz, debe
ser una política, no solo para ser desarrollada desde las aulas de las instituciones
educativas, sino que debe ser llevada al conjunto de la sociedad, porque estas propuestas de paz, se construyen
y fortalecen cuando están acompañadas por planes de acción y de participación democrática
en la que involucremos a los diversos contextos del aprendizaje como es la
familia, la comunidad educativa y la sociedad en su conjunto, como una política
de diálogo y participación social en
acciones personales y colectivas para lograr los cambios en el comportamiento
de los individuos, como es tener una ciudadanía libre de la violencia en todas
sus formas y manifestaciones y se traduzca en una cultura de dialogo,
compresión y convivencia pacífica para el cambio.
Ahora,
cuando se está avanzando en la mesa de negociaciones en la Habana, para poner
fin a más de 50 años de guerra y en el posible post-conflicto para preservar la
convivencia tras la firma de los acuerdos, una política de dialogo y defensa de
los derechos humanos para la consolidación de una cultura de paz, será fundamental, y verdaderamente oportuna,
teniendo en cuenta que la mayoría de los colombianos que han vivido el fenómeno
de la violencia, no conocen cuales son los valores humanos de la convivencia y
la tolerancia, lo cual podría generar otra serie de conflictos sociales.
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