Julio E. Higuera*
Director Ejecutivo
Corporación Concertemos
El
clientelismo político, por lo general, surge de una relación entre el gobierno de
turno y miembros de las corporaciones publicas de elección popular, en la que se
puede determinar la capacidad y poder del gobernante frente a los que ejercen
el control político y viceversa. Es una lucha entre el más poderoso frente a un
competidor débil y vulnerable, colocando como instrumento de negociación la
inversión social estatal. Estas actuaciones son contrarias a un estado democrático,
respetuoso del principio de igualdad en la inversión social, en el marco de una
política de respeto a los derechos humanos.
La
inversión social, como política pública, es ante todo la manera con la cual el
estado contribuye al desarrollo y la transformación de la sociedad y están enmarcadas
en las responsabilidades del gobernante para con sus gobernados; como una forma
de retribuir a los ciudadanos el cumplimiento de sus obligaciones, en materia
de tributación, los cuales están destinados a la inversión para el desarrollo y
mejoramiento de la calidad de vida de la comunidad.
La
inversión social debe estar focalizada a superar las causas generadoras de la pobreza,
exclusión y desigualdad social, orientando sus iniciativas a obtener mejores
resultados en materia de salud, educación, recreación, seguridad alimentaria,
que ayuden a bajar los índices en mortalidad infantil, indigencia,
analfabetismo, pobreza e inseguridad ciudadana, entre otras.
Es
usual que las políticas sociales sean utilizadas, por líderes políticos, con fines
electorales, notándose una indebida intromisión en los programas y
proyectos de inversión social de las administraciones municipales,
departamentales o nacionales. El ofrecimiento puede ser directo,
expreso o taxativo; como si la inversión, fuera financiada con sus propios recursos;
en la expectativa que ese “favor”, sea retribuido, por la comunidad, con su
voto en elecciones posteriores, al cargo para que el donante se postule. Cabe
señalar que no siempre es el político el que se aboga la ejecución de la obra, en
ocasiones son los propios líderes de la comunidad para capitalizar los votos, a
favor de su jefe político, y obtener un beneficio personal.
Con
esto quiero vislumbrar la complejidad de la naturaleza del clientelismo
político y su capacidad de penetración al sistema político, al Estado y a la sociedad
quien es asaltada en su buena fe, para que entendamos que en todas las
instancias del poder estatal se detectan manifestaciones de este fenómeno del clientelismo
político.
También dejar de manifiesto, la incapacidad de la administración
pública, para controlar todas las instancias de gobierno y ser permeable a que
agentes externos capitalicen, en beneficio propio, lo que constitucionalmente
es una responsabilidad de los gobernantes para con la población.
Una manera de superar esta cultura antidemocrática y
violatoria de los derechos de los ciudadanos, está en que los gobernantes propicien
el dialogo social como escenario legitimo para la formulación de las políticas de
inversión social, de manera concertada y participativa, alejada del clientelismo
y la politiquería, como practica corrupta para alcanzar cargos de elección
popular.
* Profesional en
Estudios Políticos y Resolución de Conflictos, Especializado en Cultura de Paz
y Derecho Internacional Humanitario
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