Julio E.
Higuera
Director Ejecutivo
Corporación Concertemos
La bancada, en el Concejo de Bogotá, del Partido de
la U propuso como candidato a la Alcaldía de Bogotá al Ex vicepresidente
Angelino Garzón. La propuesta fue
respaldada por algunos parlamentarios de esa colectividad política, resaltando
la trayectoria política y social, con una hoja de vida transparente, como la
mejor alternativa para alcanzar el segundo cargo más importante del país. Pero la respuesta oficial no se hizo esperar. Para
algunos miembros de ese partido político la propuesta, surgida en el seno de
los miembros de la corporación distrital, no goza de legitimidad, por cuanto la
decisión a quien avalan, no se da en esa instancia de dirección.
En un sistema democrático, como el colombiano, fundado
en un estado social de derecho,
descentralizado, democrático, participativo y pluralista, en el que se reconoce
la autonomía de los entes territoriales y donde prevalece el interés general;
a la hora de la praxis, colectividades políticas como el Partido de la U, que
se proclama ampliamente democrático, que en sus estatutos propugnan por el
respeto a la igualdad de todos sus militantes, sin exclusiones, discriminación
o privilegios en los procesos de participación del partido, descalifiquen la
opinión de quienes ostentan la legitimidad política en el Distrito Capital, al
ser elegidos como Concejales de Bogotá, en representación de esa colectividad política.
Estas
actuaciones, excluyentes, es lo que hace que la ciudadanía pierda credibilidad
y confianza en esas instituciones políticas, por su carácter antidemocrático y
centralista, en las que el nivel decisorio es manejado por una partidocracia elitista.
Los partidos políticos, como instrumentos de participación política tan cohesionados a la noción misma de la democracia, han mutado tristemente de ser el sostén de la democracia, a ser verdaderas logias sustentadoras de la corrupción, con la visión de perpetuarse en el poder con el simple propósito de acaparar los beneficios económicos y de otra índole que de ahí deriven, a favor de los grupos de élite que lo controlan.
Que interesante seria que esa partidocracia, que dirige el partido de la
U, revisara los estatutos, especialmente los principios democráticos que los fundamentan
como valores de la democracia participativa, entendida esta como el derecho
que tiene todo militante a intervenir en la adopción de las decisiones
fundamentales del Partido, así como los derechos de elegir y ser elegido en
todos los procesos de designación o escogencia de sus directivos y de sus
candidatos a cargos y corporaciones de elección popular.
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