Julio E. Higuera[1]
El Presidente Juan Manuel
Santos concedió una entrevista a la BBC Mundo, en la que manifestó su plena
confianza de que en marzo del 2016, se estará firmando un acuerdo final de paz
con las guerrillas de las Farc. De igual manera expreso que sin estar obligado y para darle un mayor
respaldo a los acuerdos de paz, los someterá a un plebiscito, para que seamos
los colombianos, con nuestro voto, los que refrendemos esos acuerdos. Frente a
la posibilidad de que no contara con el respaldo mayoritario de la población,
expresó que estaría en serias dificultades y lo obligaría a desistir; lo que
fue interpretado por los enemigos de la paz, como la posibilidad de que el
Presidente dejara el cargo.
Sorprende, en las redes sociales a raíz de esas
declaraciones, como personas le apuestan al fracaso de los diálogos de la
Habana y ver a nuestro país sumido por 50 años más en una guerra demencial,
para desahogar sus odios y rencores.
Los
atentados en París del 13 noviembre de 2015, perpetrados por grupos suicidas de
la organización terrorista Yihadista del Estado Islámico, en la que perdieron
la vida 129 personas y dejo cerca de 400 heridos, la respuesta del Gobierno Francés
intensificando los bombardeos contra Al Raqa, bastión del Estado Islámico en
Siria, afectando a la población civil; nos debe convocar a reflexionar sobre
los costos de la guerra o la paz, y realmente que es lo más beneficioso para la
humanidad.
Llevamos más de 50 años de conflicto armado, con un alto costo en
víctimas y desplazados. Según la Unidad para la Atención y Reparación Integral
a las Victimas, en Colombia hay registradas 7.758.935 víctimas de las cuales
7.512.56, son por el conflicto armado. Es alarmante el número de desplazados,
según esta misma fuente llega a 6.542.555 personas.
No hemos sido ajenos a hechos dolorosos como los ocurridos en
Paris. Los años 50 se caracterizó por los fuertes enfrentamientos entre
Liberales y Conservadores, generando asesinatos, odios, destrucción de la propiedad
privada y terrorismo, producto de la alienación política de la época. A finales de los años 80 Colombia fue sacudida
por una serie de atentados terroristas como el de las instalaciones del antiguo
DAS, en la que perdieron la vida 63 personas, la bomba en un vuelo de Avianca
dejando 110 víctimas, acciones ordenadas por el cartel de Medellín. Los hechos
en el Club el Nogal, en los que perdieron la vida 36 personas y más de
doscientas heridas, acción perpetrada por las Farc; las tomas a diferentes
municipios de Colombia por parte de los grupos guerrilleros, los bombardeos a
extensas zonas de fuerte presencia guerrillera por parte de las fuerzas
estatales, las masacres de los grupos paramilitares contra pobladores
indefensos, señalándolos como auxiliares de la guerrilla, el asesinato de
destacados líderes políticos, así como los dolorosos hechos ocurridos durante
la toma del Palacio de Justicia, son tan solo una parte de la historia violenta
y trágica que ha vivido nuestro país.
Lo
peor que nos puede pasar, es que los logros alcanzados hasta el momento en los
diálogos de la Habana, no contara con el respaldo de la mayoría de los
colombianos, quienes tenemos la oportunidad de validar los acuerdo que surjan
al final de los diálogos, en el plebiscito propuesto por el Presidente Santos y
que hace trámite en el Congreso de la Republica.
Los
colombianos debemos entender que no se está negociando con una guerrilla
derrotada, pese a los golpes recibidos por parte del ejército, y menos que se
esté buscando su rendición y/o entrega de armas. Es absurdo puesto que es un
grupo que no ha sido derrotado militarmente, y sigue siendo una amenaza contra
la seguridad y tranquilidad ciudadana. El diálogo es la salida para poner fin a
tan largo conflicto armado y naturalmente implica que las partes hagan
concesiones que permitan llegar a la firma del acuerdo final que ponga fin al
conflicto armado más antiguo de nuestro continente.
Tendríamos
que preguntarle a nuestros adultos mayores y quienes vivieron ese periodo de
guerra, sobre las consecuencias que originó en ellos y sus familias la
violencia durante estos más de 50 años, y si es justo que sigamos viviendo con
tanto odio, rencor y venganza, o por el contrario le apostamos a una sociedad tolerante,
reconciliada, y en paz.
[1]
Profesional en Estudios Políticos y Resolución de Conflictos. Universidad del
Valle
Especialista en Cultura de Paz y Derecho Internacional
Humanitario. Universidad Javeriana
Que bien comentario, vamos todos por la firma del tratado de la PAZ.
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