martes, 14 de abril de 2015

Cuando la ambición Política, rompe con la Amistad y Lealtad.

Julio E. Higuera 
Politólogo – Universidad del Valle


La política además de cumplir una función social, es un espacio para tejer lazos de amistad y lealtad de quienes nos identificamos en la búsqueda de propósitos comunes de equidad y justicia social. Al entablar una amistad sincera y transparente, se adquiere el compromiso de defender en lo que creemos y en quien creemos, de estar con el y/o los amigos en las buenas y en las malas; significa que cuando alguien nos ha dado algo bueno, le debemos algo más que agradecimiento, es no darle la espalda, es estar cuando las cosas van bien y cuando las cosas van mal.

Las aspiraciones políticas, no debe convertirse en un elemento de ruptura y deslealtad con quienes nos han brindado su confianza y amistad sincera. Para cualquier individuo o grupo de personas, es doloroso sentirse traicionado o saber que un “amigo” habla mal y descalifica sus legítimas aspiraciones y metas trazadas.  Lamentable  los individuos al saber que puede obtener algo beneficioso de una o un grupo de personas, se les acerca, pero cuando ese mismo conglomerado deja de ser útil o es una seria amenaza a sus proyectos egoistas, lo abandona sin más.

Las ambiciones políticas son carentes de sinceridad y compromisos con los amigos y la sociedad, ya que todo se mueve y gira alrededor de los intereses  mezquinos y  personales, dejando atrás valores tan primordiales como la lealtad y la amistad, principios que enaltecen y hacen que una persona merezca ser parte de una comunidad y gozar de plena confianza de quienes lo acogen.

La lealtad es sinónimo de sinceridad, significa esto que se pueda expresar, de manera pública o privada, la preocupación y desacuerdo cuando se siente que hay equivocaciones en las decisiones, actuaciones o comportamientos personales que puede afectar el logro de los propósitos planteados; actitud inherente a la devoción del individuo para con la persona o comunidad en la que se actúa e interlocuta. 

La política clientelista, se ha convertido en un juego en la que se tejen habilidades, estrategias, destrezas y amarres oscuros que benefician al interesado, en deterioro de valores tan fundamentales como la “lealtad y amistad” al interior de los partidos y movimientos políticos; así como en la relación personal de los individuos, con afinidades e intereses comunes; comportamientos que hacen que los ciudadanos le pierdan el interés a participar en procesos políticos, ante la carencia de valores éticos y morales como son la honestidad y la transparencia.
 
El papel de quienes vemos en el ejercicio de la acción política, una posibilidad de construcción de una ética y una cultura ciudadana, es hacer de la política un espacio generador de confianzas, con quienes hemos trasegado por el  camino de la defensa de valores humanistas y democráticos en la relación y trato entre seres humanos, dignificándola, y de esa manera lograr que el ciudadano cambie su idea sobre el papel de la política y del político en la construcción de una sociedad más justa y equitativa, garante de valores como la ética, la trasparencia, con una profunda vocación de servicio, compromiso  y de cumplimiento con los acuerdos pactados, fortaleciendo los lazos de amistad y lealtad con quienes hacen parte del proyecto, dejando de lado a los aduladores y oportunistas que buscan el beneficio personal por encima del interés común.

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