Julio E. Higuera
Politólogo – Universidad del Valle
La
política además de cumplir una función social, es un espacio para tejer lazos
de amistad y lealtad de quienes nos identificamos en la búsqueda de propósitos
comunes de equidad y justicia social. Al entablar una amistad sincera y
transparente, se adquiere el compromiso de defender en lo que creemos y en
quien creemos, de estar con el y/o los amigos en las buenas y en las malas; significa
que cuando alguien nos ha dado algo bueno, le debemos algo más que
agradecimiento, es no darle la espalda, es estar
cuando las cosas van bien y cuando las cosas van mal.
Las aspiraciones políticas, no debe convertirse en
un elemento de ruptura y deslealtad con quienes nos han brindado su confianza y
amistad sincera. Para cualquier individuo o grupo de personas, es doloroso
sentirse traicionado o saber que un “amigo” habla mal y descalifica sus legítimas
aspiraciones y metas trazadas. Lamentable los individuos al saber que puede
obtener algo beneficioso de una o un grupo de personas, se les acerca, pero
cuando ese mismo conglomerado deja de ser útil o es una seria amenaza a sus proyectos egoistas, lo abandona sin más.
Las ambiciones políticas son carentes de sinceridad y compromisos con los amigos y la sociedad, ya
que todo se mueve y gira alrededor de los intereses mezquinos y personales, dejando atrás valores tan
primordiales como la lealtad y la amistad, principios que enaltecen y hacen que
una persona merezca ser parte de una comunidad y gozar de plena confianza de quienes
lo acogen.

La política clientelista, se
ha convertido en un juego en la que se tejen habilidades, estrategias, destrezas
y amarres oscuros que benefician al interesado, en deterioro de valores tan
fundamentales como la “lealtad y amistad” al interior de los partidos y
movimientos políticos; así como en la relación personal de los individuos, con
afinidades e intereses comunes; comportamientos que hacen que los ciudadanos le
pierdan el interés a participar en procesos políticos, ante la carencia de valores
éticos y morales como son la honestidad y la transparencia.
El papel de quienes vemos en
el ejercicio de la acción política, una posibilidad de construcción de una
ética y una cultura ciudadana, es hacer de la política un espacio generador de confianzas, con quienes hemos trasegado por
el camino de la defensa de valores
humanistas y democráticos en la relación y trato entre seres humanos,
dignificándola, y de esa manera lograr que el ciudadano cambie su idea sobre el
papel de la política y del político en la construcción de una sociedad más
justa y equitativa, garante de valores como la ética, la trasparencia, con una
profunda vocación de servicio, compromiso y de cumplimiento con los acuerdos pactados,
fortaleciendo los lazos de amistad y lealtad con quienes hacen parte del
proyecto, dejando de lado a los aduladores y oportunistas que buscan el
beneficio personal por encima del interés común.
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