Julio
E. Higuera
Politólogo – Director
Ejecutivo
Corporación
Concertemos
La
proximidad de la firma del Acuerdo Final, en los Diálogos del Gobierno Nacional
y las Farc, que ponga fin al conflicto armado y su posible refrendación
mediante un plebiscito; ha intensificado la actividad de quienes defienden el
proceso de la Habana y quienes insisten, con obstinación, en la intensificación
de la guerra, hasta someter y llevar a la cárcel a los jefes guerrilleros.
La
polarización entre el Gobierno Santos y la Oposición Derechista, liderada por
el Uribismo y el Centro Democrático, con la avenencia del Procurador General de
la Nación, pone en riesgo la participación ciudadana en la refrendación de los
acuerdos, ante la ausencia de un fuerte liderazgo de la ciudadanía, por el
desconocimiento que tienen de los acuerdos, que puede conducir a la abstención
o votar por el NO; y las denominadas Organizaciones de la Sociedad Civil, defensoras
de la Paz y los Derechos Humanos, que asumen posiciones tímidas y carentes de
protagonismo en la defensa de los diálogos de la Habana; mientras que los
enemigos de los diálogos con las Farc actúan con mayor beligerancia, apoyados
por algunos medios de comunicación influyentes, que se alinean con la opción de
la salida militar al conflicto y que utilizan como arma, en contra de la paz, la
mentira, el engaño, la calumnia y la desinformación.
Querer
hacer oídos sordos al clamor de millones de colombianos, de apartadas regiones
de nuestro país, que hoy claman por el fin de conflicto armado, que en más de
cincuenta años han dejado más de 8 millones de víctimas, acciones violatorias de los derechos humanos y
al derecho internacional humanitario, el desplazamiento y desaparición forzada,
secuestro, reclutamiento forzado de menores y víctimas de minas anti persona,
entre otros, es darle la espalda a miles de compatriotas, que han sido víctimas
inocentes de esta guerra irracional.
Cerca
del 87% de la población expulsada de sus territorios, vivía en el campo, siendo
despojados de sus tierras. Más de la mitad población afectada por la violencia
y el desplazamiento, son mujeres, que deben asumir el rol de cabeza de hogar
ante el asesinato o desaparición de su pareja, igual suerte corre la población
infantil.
A esta
grave crisis humanitaria; intensificada por la ausencia y poca de atención del
Estado a esa población, así como a las regiones que tradicionalmente han sido
controladas por las organizaciones guerrilleras; se suma la crisis social que
afronta la población más vulnerable a lo largo y ancho del país, reflejada en
la precaria atención en Salud, y la amenaza del cierre de hospitales en muchas
regiones del país; el recorte del presupuesto dirigido a mejorar la calidad de
la educación, con programas como son los complementos nutricionales para las
instituciones educativas públicas, a estudiantes de más bajos recursos, desde
el nivel preescolar hasta el grado 11, para así reducir los índices de deserción escolar;
programas que hoy están seriamente amenazados por los recortes presupuestales
y la corrupción reinante en el suministro de los alimentos, que son de mala
calidad, atentando contra la salud de los educandos.
Poner
fin al conflicto armado, es darnos la oportunidad de avanzar hacia una sociedad
más tolerante, respetuosa de los derechos humanos; es hacer del postconflicto
el mejor escenario para la paz y la inversión en el desarrollo territorial, en
atención a la salud, con más Centros de Salud y Hospitales, ampliación de la
cobertura escolar, con calidad y sentido humano, programas para el
fortalecimiento del agro, en síntesis llevar
la presencia del estado a las regiones.
Tener
un país sin conflicto armado, con una política de inclusión social, que nos
permita avanzar en la reconciliación, restaurando los derechos de la victimas a
la reparación integral mediante medidas de restitución de tierras,
indemnización y garantías de no repetición, es buscar que la economía del país se
ahorre los costos de la guerra, puesto que la mejor inversión que puede hacer un
gobernante, es en la consolidación de la paz, la reconciliación nacional y el
mejoramiento las condiciones y calidad de vida de sus conciudadanos.
No se puede insistir
en la vía de la confrontación, alimentando los odios y deseos de venganza, pues es condenar al país y a millones de
colombianos a continuar viviendo los horrores de la guerra, la perdida de seres
queridos, crecimiento del desplazamiento y miseria en las grandes ciudades, mayor
inversión en militar, en detrimento de la inversión social.
"colombianos
y colombianas, perdónalos porque no saben lo que dicen y lo que hacen!"
Julio, la verdad es que se ha avanzado en el tema de los acuerdos con las FARC, que no es la paz en si misma, pues Colombia tiene problemas de tiempos antes de la República que por falta de voluntad política no se han solucionado y que han afectado la convivencia pacífica. Hoy evidentemente se ha pretendido polarizar a la población civil, confundiéndole, desinformando, llevando al escepticismo con argumentos que muchos no creemos. Sin embargo, es el mismo presidente que con su silencio y con sus salidas desafortunadas en los medios colabora con la visión de sus detractores.
ResponderEliminarLA PROPUESTA DE VIOLENCIA PERSISTENTE Y ARREMETIDA CONTRA LOS ACUERDOS EN LA HABANA, SIGUEN SIENDO LA CORTINA DE HUMO QUE REQUIERE LA ULTRADERECHA PARA PROYECTAR UNA IMAGEN DE IMPACTO SOCIAL Y EVITAR QUE EN EL EVENTO DE PAZ , LES LLEGUE EL BRAZO DE LA JUSTICIA Y LES COBRE POR TODOS LOS CRIMENES CONTRA LA HUMANIDAD QUE AUN NO HAN SIDO RECLAMADOS POR CPI Y POR LA FISCALIA . TODOS SABEMOS QUE EN LA PROCURADURIA SE ENCUENTRAN ARRUMADOS LOS EXPEDIENTES EN CONTRA DE LS SINIESTRA FIGURAS QUE SE MUEVEN EN EL MAR DE SANGRE DE LA GUERRA.
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